Dabid LAZKANOITURBURU

AISLADA POR SUS VECINOS, LA JUNTA BIRMANA EXCARCELA A OPOSITORES

La junta militar, excluida de la cumbre de países del Sudeste Asiático, ha comenzado a excarcelar a opositores en el marco de una amnistía condicionada con motivo de una festividad budista. La líder Aung San Suu Kyi no está, de momento, entre ellos

Cientos de opositores a la junta militar golpista que controla desde febrero del año pasado Myanmar han salido de la cárcel tras la amnistía para miles de ellos anunciada por el general golpista, Min Aung Hlaing. Se espera que entre ayer y hoy, una destacada fecha budista en el país, continúen las liberaciones mientras muchos familiares aguardan con esperanza noticias de los suyos.

El líder de la junta militar anunció por televisión, con motivo de la festividad budista de Thadingyut, la liberación y retirada de cargos a 5.636 prisioneros, a cambio, eso sí, de que firmen un documento en el que se comprometen a «no cometer más actos de violencia» en contra de la nación.

Entre los excarcelados se encuentran un puñado de miembros del partido Liga Nacional para la Democracia, que encabeza la depuesta líder Aung San Suu Kyi, y que colideraba el Gobierno con los militares antes del golpe de Estado del 1 de febrero. Ni Suu Kyi ni el expresidente, Win Myint, u otras personas vinculadas con la premio Nobel de la Paz están de momento entre las liberadas.

La líder birmana, en prisión domiciliaria y totalmente aislada –hasta hace una semana se comunicaba con el exterior a través de su equipo de defensa pero los militares han prohibido a sus abogados hablar con periodistas, diplomáticos y organismos internacionales– será llevada por primera vez ante un juez el 26 de octubre.

Sí han sido excarcelados once periodistas birmanos y 34 artistas sobre quienes se ha retirado la acusación del delito de sedición, castigado con hasta 3 años de cárcel.

Maniobra de distracción

Algunas ONG birmanas, como la Red para la Documentación de los Derechos Humanos, y el relator de Naciones Unidas para Myanmar, Tom Andrews, han expresado sus reservas al gesto realizado por los militares.

«Es importante recordar que la junta detuvo a estas personas de manera ilegal y por ejercer sus derechos fundamentales (...). La liberación no es porque la junta ha cambiado (...) sino efecto de la presión ejercida desde dentro y fuera de Myanmar», ha recordado Andrews.

La Asociación de Asistencia a Prisioneros Políticos (AAPP), ha tildado la media de maniobra de distracción de cara al exterior y ha recordado que se trata de una libertad condicionada y sujeta a un constante control y vigilancia militar.

El Ejército justificó el golpe de Estado aduciendo un fraude masivo inexistente durante las elecciones generales del pasado noviembre, y en las que el partido de Suu Kyi arrasó, como ya hizo en 2015, con el aval de observadores internacionales.

Al menos 1.178 personas han muerto a raíz de la brutal represión militar, que ha disparado a matar contra manifestantes pacíficos, según cifras de la Asociación para la Asistencia de Presos Políticos, que también contabiliza más de 7.350 opositores detenidos.

Entre estos se encuentran el periodista estadounidense Danny Fester, en prisión desde el 24 de mayo, y el australiano Sean Turnell, asesor financiero de Aung San Suu Kyi, arrestado tras el golpe de Estado.

Aislamiento creciente

La amnistía condicionada llega en un momento de máximo aislamiento internacional para el régimen castrense, en especial tras el anuncio de exclusión del líder golpista de la cumbre de líderes de la ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), a la que pertenece Myanmar desde 1997, y que se celebrará entre el 26 y 28 de octubre.

La ASEAN, organización que agrupa a todos los países del sudeste asiático menos Timor Oriental, es la principal mediadora en la crisis birmana y asegura que la junta militar ha realizado «insuficientes» avances tras más de nueve meses del golpe militar.

Los ministros de Exteriores de la ASEAN, reunidos de emergencia el viernes, optaron por invitar a la cumbre a un «representante no político birmano», al reconocer de facto una división interna sobre quién debía representar al país en la cita: si la junta militar o el Gobierno de Unidad Nacional (NUG), creado en abril por políticos y activistas en favor a la democracia y leales a Suu Kyi.

«Es una decisión muy difícil. Siempre hemo primado los principios de consenso y no interferencia», justifica el exembajador tailandés Kobsak Chutikul, que recuerda que los países del Sudeste Asiático se juegan su imagen internacional, con las cumbres de APEC y el G20 organizadas por Tailandia e Indonesia el próximo año. Les preocupa que muchos dirigentes mundiales se nieguen a asistir junto al líder del Ejército birmano, al que, ciertamente, nunca le ha preocupado el rechazo de la comunidad internacional mientras tenga la comprensión de China.

El Gobierno paralelo en el exilio ha saludado la decisión de la ASEAN, «muy decepcionante» para la junta militar de Myanmar, miembro desde 1997.

La ASEAN, que agrupa además a Tailandia, Indonesia, Malasia, Filipinas, Brunei, Vietnam, Camboya, Laos y Singapur, no ha ocultado su malestar por las restricciones impuestas al mediador en el conflicto.

El bruneano Erywan Yusof canceló de manera abrupta la semana pasada su primer viaje al país al serle impedido el acceso a la derrocada líder democrática Suu Kyi.