GARA
JARTUM

Un golpe militar cercena el frágil proceso de transición en Sudán

Semanas de tensiones entre militares y civiles estallaron en un golpe del Ejército que deja en el aire el proceso de transición que Sudán inició en 2019. Los militares mataron al menos a tres personas y decenas resultaron heridas en las protestas contra el golpe.

El general Abdel Fattah al-Burhane disolvió ayer las instituciones de transición en Sudán, casi todos cuyos miembros civiles fueron apresados por el Ejército, que declaró el estado de emergencia. A primera hora de la mañana, los militares tomaron la televisión estatal, en la que a mediodía apareció el general Al-Burhane insistiendo en que todavía quería «una transición al Estado civil y elecciones libres en 2023».

Sin embargo, relevó de sus funciones a todos los dirigentes que estaban desarrollando el proceso de transición, disolvió el Gobierno y el Consejo de Soberanía, la máxima autoridad en la transición, y destituyó a prefectos y ministros. También disolvió el comité de investigación de la corrupción durante la Presidencia de Omar al-Bashir.

El primer ministro, Abdallah Hamdok, su esposa, muchos de sus ministros y todos los miembros civiles del Consejo de Soberanía fueron arrestados. Ya antes de su intervención, miles de sudaneses salieron a las calles e hicieron frente a los militares cortando carreteras y levantando barricadas para rescatar la revuelta de 2019.

Muertos y heridos

En Jartum, la respuesta fue un gran despliegue del Ejército y una dura represión en la que murieron tres personas por los disparos de los soldados y varias decenas resultaron heridas.

Poco después del anuncio del jefe del Ejército, sindicatos, grupos militantes de la revuelta de 2019 y otros movimientos sociales se sumaron a la protesta y a la huelga general, siguiendo el llamamiento de la oficina de Hamdok.

La intervención asesta un duro golpe a un tortuoso proceso que entró en crisis la pasada semana con la tensión en aumento entre civiles y militares. El 16 de octubre, una acampada que apoyaba a los militares presionaba a las autoridades de transición ante el palacio presidencial. En respuesta, el 21 de octubre, decenas de miles de ciudadanos salieron a las calles para «salvar la revolución». La transición ha caminado por la cuerda floja en este país de África Oriental desde que en abril de 2019, bajo la presión de una movilización masiva, el Ejército derrocó al dictador Omar al-Bashir que había ostentado el poder durante 30 años. Desde agosto de ese año, el Consejo de Soberanía, integrado a partes iguales por civiles y militares, lideró el país, prometiendo las primeras elecciones libres para fines de 2023.

Al-Burhane se colocó a la cabeza de las autoridades de transición, después varios años con un papel clave en el Ejército sudanés, pero lo suficientemente discreto para no parecer vinculado al régimen de Al-Bashir.

Ayer aún afirmaba estar comprometido con la promesa electoral una vez que designe un nuevo Gobierno.

Durante este tiempo, Al-Burhane ha ido reforzado sus lazos con los apoyos regionales de los militares: el Egipto del también golpista Abdel Fattah al-Sissi, Emiratos Árabes Unidos o Arabia Saudí, y también con Israel.