Josep SOLANO
TRAS LAS ELECCIONES EN JAPÓN

Empieza la era Kishida

El recién nombrado primer ministro japonés, Fumio Kishida, pasa la reválida electoral prometiendo un «nuevo capitalismo» que pasa por las subidas salariales para apoyar al consumo. Junto a la reconstrucción económica, el fortalecimiento de las alianzas diplomáticas será otra de sus prioridades, dijo tras la victoria de su partido en las elecciones.

El Partido Liberal Democrático (PLD) liderado por el flamante primer ministro Fumio Kishida logró sin sorpresas una cómoda mayoría absoluta en la Cámara Baja de la Dieta de Japón con 261 escaños sobre un total de 465, perdiendo tan sólo 15 escaños respecto a los comicios de 2017. Y aunque los aliados del partido budista conservador Komeito han incrementado ligeramente sus apoyos y pasan de los 29 a los 32 asientos en el Parlamento, la pérdida de diputados alejan a la coalición gobernante de los dos tercios de la Cámara, hecho que aleja por el momento algunas aspiraciones de modificación de la Carta Magna pacifista que tiene Japón desde 1947.

La oposición de centro-izquierda, por su parte, no ha incrementado resultados a pesar de que el mes pasado la principal coalición de oposición, el Partido Democrático Constitucional (PDC), junto con otras formaciones –incluido el histórico Partido Comunista de Japón (PCJ)– formaron una plataforma conjunta anti-PLD para no competir en aquellos distritos con un solo escaño en juego y sumando fuerzas en otras circunscripciones. El paso a 96 escaños de los 109 que tenía en la legislatura anterior ha sido leído como la desautorización definitiva del liderazgo de la oposición de Yukio Edano, ya que aún está en la memoria del electorado la fatídica gestión del desastre de Fukushima del último gobierno progresista japonés.

La sorpresa la dio el centro-derechista Nippon Ishin no Kai (Partido de la Innovación), que casi cuadruplicó su presencia al obtener 41 asientos que lo convierten en la tercera fuerza política en el Parlamento. Al mismo tiempo, el Partido Democrático Popular (PDP) logró 11 escaños, seguido del PCJ con 10, Reiwa Shinsengumi con 3 y un grupo de 10 independientes con un diputado cada uno.

Los japoneses han vuelto a dar apoyo al PLD después de que en los últimos días las cifras de infectados de covid-19 registraran mínimos de casos, el gobierno ya haya levantado gran parte de las restricciones y que más del 71% de la población ya esté vacunada. A pesar de ello, ni Gobierno ni oposición han logrado levantar ningún entusiasmo: la participación en los comicios fue de poco más del 55%, un 2% más que en los comicios de 2017 y el segundo índice de participación más bajo desde la guerra.

Kishida fue elegido primer ministro hace poco más de un mes en unas elecciones internas del principal partido gobernante prometiendo un «nuevo capitalismo» que busque una mejor redistribución de la riqueza frente a las desigualdades económicas que se han ido generando tras la crisis económica y la pandemia de covid-19. El ya primer ministro electo aseguró iniciar una nueva era prometiendo ayudas para los más vulnerables y quiso alejarse de las medidas más neoliberales del exprimer ministro Shinzo Abe, que lograron doblar el índice del mercado de valores japonés y elevar hasta un tercio los beneficios de las grandes empresas pero sólo logró aumentar poco más de 1.100 yenes (unos 8,40 euros) el salario medio en una década.

A lo largo de estas últimas décadas y desde la desaparición del Partido Socialista (PSJ), Japón no dispone de la presencia continuada de un partido opositor fuerte y la hegemonía del PLD sólo se ha visto interrumpida en dos breves períodos en los años 90 y entre 2010 y 2012. Además, a diferencia de otras democracias occidentales, Japón no ha vivido ni un crecimiento del populismo como ha ocurrido en Europa oriental con partidos de extrema derecha ni una explosión de nuevas formaciones emergentes autodenominadas de renovación política como Ciudadanos o Podemos en el Estado español o La République en Marche del actual presidente francés, Emmanuel Macron.

La sociedad japonesa es bastante envejecida y conservadora y la mayoría de votantes de las elecciones son principalmente personas mayores, circunstancias que podrían explicar el poco apoyo popular de algunas pequeñas formaciones políticas de centro-izquierda que dicen querer renovar el panorama político.

Muy lejos de la paridad de género. A pesar de que estos eran los primeros comicios al Parlamento desde la promulgación de la Ley de Promoción de la Igualdad de Género en el Ámbito Político, que insta a los partidos políticos a hacer que el número de candidatos masculinos y femeninos sea lo más paritario posible en las elecciones, los resultados han sido muy decepcionantes. Aunque entre las candidaturas en el gobierno y las de la oposición las diferencias eran importantes, entre los mismos partidos de la oposición las cifras fueron totalmente dispares: si el PLD tenía un 9,8% de candidatas y el Komeito sólo un 7,8% por un lado, entre los partidos opositores las cifras se disparaban siendo el PCD con un 18,3% de candidatas, el 29,6% en el PDP y el 35,4% en el PCJ.

Esta baja presencia de candidatas se ha traducido en una reducción de la presencia de mujeres en la Dieta japonesa por primera vez con 45 diputadas, dos menos que en las elecciones de 2017 y bajando al 9,7% de mujeres en la cámara.

En el PLD habrá 20 diputadas y 4 en el Komeito. por el lado gubernamental y, en la bancada opositora, el PCD dispondrá de 13 legisladoras, el conservador Partido de la Innovación 4, el PCJ 2, y uno para el PDP y Reiwa Shinsengumi.

La profesora emérita de la Universidad de Hosei experta en políticas de género y movimientos sociales, Mikiko Eto, se ha lamentado que no haya ni tan sólo un 10% de mujeres en la Cámara Baja y denuncia que «las mujeres japonesas todavía se quedan atrás a nivel mundial, soportando la desigualdad de género».