Amparo Lasheras
Periodista
AZKEN PUNTUA

Imágenes siempre repetidas

Las imágenes de lo que está ocurriendo en la frontera entre Polonia y Bielorrusia, con las personas que buscan llegar a Europa, no son nuevas, ni siquiera sorprendentes, son tristes, desgarradoras y tremendamente injustas. Tampoco resultan desconocidas las causas que las originan, ni los intereses políticos y económicos que terminan deshumanizando a los gobiernos y, en última instancia, a la sociedad que las contempla compungida, para luego, en el siguiente telediario, pasar página sin que se resquebraje su burbuja de miedo y quietud individualista. En realidad, esas imágenes las conocemos desde hace años, van y vienen de un lugar a otro, suceden y han sucedido continuamente, en Europa y fuera de ella, incluso en continentes donde el interés mediático rara vez llega y, si lo hace, solo será para mostrar el reportaje o la aventura de un atrevido freelance. Son imágenes que como ocurre con la pobreza, en la denuncia, aunque no se diga, llevan implícito el fracaso del capitalismo; hablan de seres humanos, vagabundos de la desigualdad y la esperanza, convertidos al mismo tiempo en rehenes, en frente y trinchera de todas las guerras económicas, frías, calientes, solapadas o invasoras que necesita el establishment para reafirmarse. Creo que fue un escritor estadounidense, Randolph Bourne, quien a principios del siglo XX sentenció: la guerra es la salud del Estado.