María MONTECELOS (Efe)
SANTO DOMINGO

La primera rebelión de esclavos negros en América cumple 500 años

El 26 de diciembre de 1521, en uno de los primeros establecimientos azucareros en América, un grupo de esclavos negros se alzó contra sus amos en la que fue la primera rebelión de esclavos africanos en América, un hecho muy desconocido 500 años después a pesar de sus consecuencias. Y es que fue precursora de las insurrecciones de 1530 y 1540 y presagió la rebelión de 1796 en Boca de Nigua, preludio de la abolición de la esclavitud 24 años después.

Se trata de una efeméride sobre la que existen pocas certezas más allá de que se produjo en la actual República Dominicana, en una explotación azucarera del virrey Diego Colón, hijo de Cristóbal Colón, y que dio pie a las primeras leyes sobre esclavos en el continente.

Los esclavos rebelados, de la etnia gelofe, buscaban consolidarse como movimiento y se desplazaron a otros ingenios a asaltar las casas de los amos u a liberar a los suyos.

Los primeros negros fueron trasladados en 1501 a la Española, hoy territorio compartido por la República Dominicana y Haití, cuando el gobernador Nicolás de Ovando solicitó permiso para que su séquito trajera consigo a sus esclavos domésticos. Ya en 1520 llegaron más de 2.000 esclavos repartidos para trabajar las tierras, entre 150 y 400 hombres por explotación.

Era la primera experiencia con esclavos fuera de Europa y se decidió traer negros ladinos, que estaban cristianizados, conocían el castellano y se les creía más dóciles que los negros bozales, los que llegaban directamente a América tras su captura en África.

Los esclavos se rebelaron pronto, al año de llegar a Santo Domingo, y «no solo por los castigos físicos, también por la negación del espacio cultural, los trabajos forzados o la falta de alimentación».

Ahorcados o amputados

Tan solo doce días después del levantamiento, el 6 de enero de 1522, se promulgó una ley de esclavos para evitar futuras rebeliones, al tiempo que se rastreaban las lomas a las que huyeron.

Cuando eran capturados, se les sometía a castigos ejemplarizantes, como la amputación de pies o manos, se les colocaban bozales para que no se comunicaran entre ellos, y muchos de ellos terminaron sumariamente ahorcados.

Esta primera rebelión creó «una conciencia libertaria en los grupos africanos y fue precursora de insurrecciones entre 1530 y 1540, el periodo de mayor demanda de azúcar y en la que mayor fuerza adquiere la industria azucarera colonial».

Los negros no se adaptaron a la colonización y, sometidos por el poder militar español, nunca dejaron de rebelarse .

La mayor rebelión de esclavos de la historia colonial dominicana se produjo en 1796 en Boca de Nigua, en un ingenio cuyos restos siguen en pie, y la abolición oficial se produjo en 1822.

Otro naufragio en el Mediterráneo, nuevamente en Libia

Los equipos de la Media Luna Roja en Libia recuperaron, el sábado por la noche, los cuerpos de 28 migrantes frente a las costas de Trípoli, después de que su embarcación se hundiera en esa zona costera.

18 cadáveres fueron localizados en Al Alus, al este de Trípoli, mientras que otros diez, entre los cuales figuran dos mujeres y un bebe, fueron hallados cerca de esa misma localidad.

Otros cuatro migrantes sobrevivieron al naufragio de su embarcación, que llevaba a 60 personas a bordo, según el Ministerio libio. Un total aproximado de 28 personas se encontraban desparecidas.

El drama se conoció tras la aparición de varios cuerpos en las playas al este de la capital del país, Trípoli. Los cadáveres parecían estar en estado de descomposición, lo que explica que la embarcación zozobró hace días

El anuncio tiene lugar un día después de que Túnez anunciara el rescate de 44 migrantes que salieron de Libia con destino a Italia, cuyo barco quedó a la deriva en pleno recorrido, según explicó la Media Luna Roja.

En los último cinco días se han contabilizado, al menos, 50 vícitmas mortales en su intento por llegar a Europa y los desaparecidos se cuentan por decenas.

Según datos de Médicos Sin Fronteras, más de 1.500 personas han fallecido o desaparecido en el Mediterráneo central en 2021, un 30% más que en 2020. GARA