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EDITORIALA

Un modelo de relaciones laborales fracasado


Como ya resulta habitual, los datos sobre desempleo y afiliación a la Seguridad Social del pasado mes de diciembre dieron lugar a muy diversas interpretaciones en función de los intereses en juego. Así, el mensaje triunfalista de los gobiernos se hacía eco del descenso del número de desempleados y del récord de afiliación, olvidando que hace un año la pandemia mantenía al ralentí la economía y, por tanto, el contexto era bastante diferente y la comparación no resulta apropiada. Los sindicatos firmantes del último acuerdo para la reforma laboral, UGT y CCOO, también aprovecharon los aspectos más favorables para subrayar la necesidad de hacer efectiva la reforma pactada con el objeto de consolidar lo que consideran una tendencia positiva.

El descenso del desempleo y el aumento de la afiliación a la Seguridad Social son sin duda elementos positivos. Sin embargo, en la actual coyuntura dominada por las incertidumbres, tampoco se pueden sacar mayores conclusiones. Además, al subrayar esos aspectos se deja en segundo plano que en Hego Euskal Herria hay todavía casi 150.000 personas que buscan empleo y no lo encuentran. De ellas, tres de cada cuatro (83.000) no reciben ninguna prestación. Tampoco se puede obviar que más de nueve de cada diez contratos son temporales, con lo que gran parte de la fuerza laboral de este país se mantiene en la más absoluta precariedad laboral y vital. Unas cifras terribles que muestran el fracaso de un modelo de relaciones laborales que resta valor al trabajo –como insistentemente demanda la patronal– pero que, sin embargo, es incapaz de crear empleo suficiente para aprovechar el potencial existente.

El actual modelo de relaciones laborales ha fracasado completamente. Mantiene ociosa a un gran número de personas y solo sirve para empobrecer a la clase trabajadora y enriquecer a la patronal. Cada vez es más evidente que se necesita un cambio radical en las relaciones laborales y otro paradigma en las políticas públicas de empleo.