La «troika» para Sudán, integrada por EEUU, Gran Bretaña y Noruega, junto a la UE, advirtió de que no apoyará el nombramiento de un nuevo primer ministro en el país tras la dimisión de Abdalá Hamdok sin la participación de la sociedad civil.

«La acción unilateral para nombrar un nuevo primer ministro y gabinete socavaría la credibilidad de esas instituciones y corre el riesgo de hundir a la nación en un conflicto», señaló, instando a las partes a comprometerse con «un diálogo liderado por sudaneses y facilitado internacionalmente».

Asimismo, responsabilizaron a las autoridades militares por la violación de derechos humanos y reclamaron una investigación independiente sobre las muertes causadas por la represión desde el golpe militar del 25 de octubre para «que los responsables rindan cuentas».

El secretario general de la Liga Árabe, Ahmed Abul Gheit, se mostró más contemporizador y dijo que «respeta» la decisión de Hamdok y pidió «un diálogo constructivo entre las partes».