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Europa y los principios


Estos son mis principios pero, si no le gustan, tengo otros». Se atribuye a Groucho Marx este gracioso estriptis ético que, aunque tiene decenas de años, nos sigue retratando como sociedad.

La Comisión Europea ha sido la última en tomar el relevo del genial actor y escritor. Si en mayo del 2020 proponía una estrategia común sobre biodiversidad que hiciera frente al cambio climático, protegiera los recursos del planeta y beneficiara a la gente, refrendando tantas nobles intenciones con un pacto verde continental que, se supone, pusiera de manifiesto lo que es Europa capaz de hacer en su lucha contra el cambio climático y por un futuro sostenible, la Comisión Europea ha comenzado el año, al igual que Groucho pero sin ninguna gracia, recordándonos que esas eran sus propuestas pero, como no les gustaban a los lobbies nucleares, tiene otras. Por ejemplo: extender el certificado de energía verde a la nuclear y al gas natural. Problema resuelto. Se cambia la etiqueta y todos contentos. Seguimos defendiendo como el primer día el compromiso con la Europa verde solo que, a partir de ahora, será verde la energía nuclear, orgánico el cigarrillo, sostenibles los vuelos sin pasajeros, ecológicas las sodas con burbujas, complejos medioambientales los vertederos, y vegana la carne de vaca y cerdo de macrogranja.

(Preso politikoak aske)