Los italianos siguen esperando la «fumata blanca» en la elección de un nuevo jefe de Estado, que no acaba de llegar. Tras el fracaso ayer de la cuarta votación en el Parlamento, hoy tendrá lugar el quinto intento. Los partidos políticos no logran consensuar un nombre más o menos «imparcial» para la Presidencia durante los próximos siete años y el bloqueo parece total.

La Cámara de los Diputados acoge desde el lunes esta crucial votación, en la que participan 630 diputados, 321 senadores y 58 consejeros regionales, y para la que cada partido propone su candidato para el cargo. Sin embargo, los bloques, condenados a entenderse por no sumar por sí solos, siguen en desacuerdo, pese a que ayer el quórum para la elección pasó de los dos tercios (673 votos) a la mayoría absoluta (505).

En la cuarta votación, 702 de las 1.009 papeletas fueron en blanco o abstención. El escrutinio arrojó una nueva marea de nombres, encabezada por el presidente saliente, Sergio Mattarella, que obtuvo 166 votos, una cifra al alza interpretada como una exigencia de los electores, que votan anónimamente, para que se llegue a un acuerdo de una vez. Mattarella ha asegurado no querer oír de repetir mandato, pero su entorno admite que en una situación crítica podría pensárselo. Le siguió el magistrado antimafia Nino Di Matteo (56). El resto obtuvo menos de diez votos.

Los partidos siguen escondiendo sus cartas. El bloque de derechas propuso tres aspirantes, pero quedaron en seguida en papel mojado debido al «no» rotundo del otro bloque, y anoche iba a estudiar eventuales nuevas candidaturas. Tras el cuarto fracaso, se espera que la izquierda empiece a dar nombres.