01 FEB. 2022 AZKEN PUNTUA Pecados capitales Gloria Rekarte Expresa Amparándose en lo divino cuando interesa y en lo humano cuando conviene, la Iglesia católica, que siempre ha sido muy de hacer de puertas para adentro lo contrario de lo que predican del púlpito hacia afuera, puso a su nombre, entre 1998 y 2015, 35.000 bienes. Iglesias, ermitas, terrenos, casas, huertos... a más de 2.000 bienes por año y por obra y gracia del espíritu santo. No se ha llevado nada que no le corresponda, dice. Pero no nos cuenta por qué le corresponde lo que dice que le corresponde. El Gobierno español, remiso a cortarle las alas al espíritu santo, ha cerrado ahora un acuerdo para «regularizar», que no devolver, la titularidad de mil de esos bienes. En el peor de los casos, a la Iglesia le quedan libres de polvo, paja e injerencias, 34.000, más todos los que, de entonces a hoy, ha podido arramplar. Lo llaman inmatricular, pero es mejor llamar a las cosas por su nombre. Y aún se duelen de que los cepillos de las iglesias estén vacíos y llaman a sus fieles a engrosarlos con limosnas y donativos, esquilmando, como siempre, a los que menos tienen, que suelen ser los más dispuestos a pagar por una intervención divina que alivie males y penurias. Creo que, en la casa de Dios, a esto se le llama pecar de soberbia y de avaricia. En la mía se le llama falta de escrúpulos y de vergüenza.