Beñat ZARRABEITIA
Entrevista
TONI PADILLA
PERIODISTA

«La historia nos enseña que todo cambia y que el fútbol siempre es un escenario»

Toni Padilla es responsable de la sección de deportes del diario ARA, uno de los fundadores de Panenka y colaborador en diferentes medios. En su último libro «Un historiador en el estadio» combina sus dos pasiones.

La obra está centrada en el siglo XX, periodo en el que el fútbol se convierte en el fenómeno de masas que conocemos, pero abarca 40 historias desde 1860 hasta nuestros días.

Cada capítulo se refiere a un club de fútbol que existe o existió y que está ligado a un conflicto. Las más modernas se refieren a las manifestaciones contra el gobierno chino en Hong Kong o a la también relativamente reciente guerra en el Donbass. La historia nos enseña que todo cambia, todo fluye y que, al final, el fútbol siempre es un escenario. El libro lo que pretende también es responder a esos comentarios que me dicen que «no mezcles fútbol y política». El fútbol está politizado por los poderosos y por los más pobres. Si alguien no lo quiere ver es su problema. Es un tema que hemos vivido nosotros con las finales entre el Athletic y el Barça, la gente decía que «es que politizáis el fútbol» porque se iba a pitar el himno. El primer acto político es que haya un himno o que la competición se llame Copa del Rey.

 

Ha optado por relatos muy poliédricos: se ha adentrado en la parte más romántica y mística de los relatos para encontrar también flagrantes contradicciones.

Yo creo que somos nosotros y nuestras contradicciones. Una de las cosas que más me obsesionaba era cómo contar las historias. Me he tomado la licencia de utilizar la primera persona, algo que siempre genera un poco de polémica. He intentado que sea un relato coral, con voces de futbolistas, entrenadores, periodistas, aficionados o expertos. En los temas en los que ya no queda nadie vivo he querido hablar con un historiador para contextualizarlo y que los capítulos sean más poliédricos y tengan más corazón.

 

Da la impresión de que ha buscado rutas secundarias.

El único debate que hubo con la editorial fue en torno a la opción de introducir algunos clubes más famosos. Para hablar de países con una gran tradición futbolística he elegido a entidades muy pequeñas, en Argentina he utilizado el Atlanta o en Brasil he hablado de un club que ya no existe como el Radar para tratar la historia del fútbol femenino. Podía haber elegido el Vasco de Gama o el Botafogo, pioneros en la lucha contra el racismo, o al Corinthians por su Democracia Corinthiana. Sin embargo, tenía ganas de que quedase muy equilibrado.

La mayoría de la gente no sabe, por ejemplo, que en Líbano hay un equipo de Hezbollah.

El Al Ahed. Yo también tarde mucho en descubrirlo, saber que un partido político, organización de lucha que para muchos Estados como EEUU o Israel es terrorista, tiene un equipo que gana la liga te sorprende mucho. Esto es algo que te habla de cómo se politiza el fútbol. Han fichado a jugadores extranjeros, ha habido un entrenador español como Daniel Giménez, y ellos únicamente piensan en el fútbol. Es algo muy interesante, ver cómo gente que llega a un sitio mediante una oferta de trabajo, comienza a ver símbolos como las imágenes de los mártires y pasa a ser un agente político.

La cuestión de los refugiados y el exilio es una temática recurrente en el libro, ha mencionado al Shakhtar, pero también cuenta las historias del Panionios o el Anorthosis...

El Panionios con una guerra de 1921, el Anorthosis con un conflicto de 1974 y el Shakhtar con una contienda actual, siempre ha habido refugiados. Yo no sé cómo acabará la cuestión en el Donbass, pero sí que ves un fenómeno que se repite: mucha gente marcha de su casa pensando en que va a volver. Estoy convencido de que en el Shakhtar piensan eso, pero desconozco si eso ocurrirá. Lo que sí que sé es que en 1974, tras la invasión turca, debido a la importancia estratégica de su puerto, casi toda la población de Famagusta, entonces la segunda ciudad de Chipre con un 70% de población griega, se llevó la llave de su casa pensando que iba a volver. Sin embargo, todavía no han vuelto. La nueva generación de hinchas del Anorthosis ha nacido en Limasol o Nicosia, no ha estado nunca en Famagusta, aunque la han podido ver desde la distancia, y siguen pensando en regresar pero esto es algo que se ve muy lejano.

Hablar del exilio y pueblos que se expanden por el mundo es hacerlo del Erbil kurdo.

Es una tierra complicadísima. Hay dos capítulos que más o menos hablan de esta zona: el del Erbil y el del Assyriska sueco, el equipo de los asirios o los caldeos. Uno de los grupos nacionales más antiguos del mundo, para el que existen problemas a la hora de definirlos concretamente, y que sufrió el intento de genocidio por parte del Estado Islámico. La historia del Assyriska es complicadísima y en el caso de los kurdos es un poco lo mismo. Desde la distancia, pensamos que son un grupo uniforme, pero hay muchas diferencia políticas, regionales o religiosas. A veces, me da rabia que alguien en un único tuit te intente contar la realidad de un país porque cuando vas allí, rascas y aparecen más capas, te sientes más ignorante pero también más fascinado. Esto es algo que pasa en todo el mundo y el fútbol es un gran arma para contarlo.

 

El Bayern es el club más conocido del libro.

Es un club fascinante, son los que mejor han sabido encontrar un equilibrio entre fútbol moderno y tradicional, entre valores y el ganar. No es un equilibrio perfecto, la mayor parte de la entidad sigue en manos de los socios, aunque debido a la legislación alemana también cuenta con accionistas gigantes como Adidas, Audi o Allianz. Es un equilibrio realmente curioso, lo ganan todo, son prepotentes a nivel deportivo, pero siempre pienso que podían ser mucho más imbéciles. Cuando podrían estar repitiendo una y otra vez lo buenos que son, van a la asamblea y le dicen de todo a Oliver Kahn y a los accionistas por el acuerdo con Catar.

 

Fuera de Europa también existen clubes de una trascendencia gigantesca en sus países, es el caso del Al Ahly egipcio, muy vinculado a lo que se conoció como la Primavera Árabe.

Cuando se produjo la tragedia de Port Said, con la muerte de los 74 mártires entre la hinchada del Al Ahly, al principio se habló de la violencia en el fútbol, pero hay que contextualizar. En una ciudad con bases militares, feudo del ejército, donde la afición del Al Ahly había sido clave para plantar cara a los villanos de Mubarak, aquello fue una venganza en toda regla. El papel de las hinchadas unidas, junto con la del Zamalek, para defender a los manifestantes que estaban en la plaza Tahir me parece una idea muy bonita con un final muy triste.

Hay sendas referencias al fútbol femenino, es muy especial lo sucedido con el Kerr Ladies en Inglaterra después de la I. Guerra Mundial, una experiencia que se percibe como una amenaza.

En ambos casos, también en el del Radar brasileño, se produce un hecho muy significativo: hay una norma escrita ex profeso contra el fútbol femenino. En Inglaterra, en diciembre de 1921, la Federación ve que el fútbol femenino está llenando estadios de 30.000 o 40.000 personas y ve peligrar el negocio del masculino. Entonces, crean una norma que dice que cualquier estadio que albergue partidos de mujeres quedará excluido de ser sede de la Primera División masculina. En Brasil, directamente aprobaron una ley en los años cuarenta cuando las mujeres empiezan a llenar campos. El impulsor fue Jose Fuzeira, un predicador loco que empieza a presionar al gobierno dictatorial diciendo que era una vergüenza que las mujeres estuviesen jugando en vez de haciendo hijos.