Dabid LAZKANOITURBURU

Bielorrusia y el entendimiento entre la UE y Rusia

Es evidente que las maniobras del Ejército ruso en Bielorrusia no presagian una invasión, pero no está menos claro que se enmarcan en la guerra de nervios del Kremlin con sus movimientos de tropas en las fronteras con Ucrania.

Más allá del baile de cifras sobre su alcance –la OTAN habla de 30.000 soldados rusos en los ejercicios militares más importantes en la «Rusia Blanca» desde la Guerra Fría–, estos entrenamientos bélicos, nunca anodinos sea quien sea el que los haga, se suman al despliegue del Ejército ruso en la frontera con el este de Ucrania –más de 100.000 efectivos, según EEUU; «muchos menos», matiza Moscú–.

Dejando a un lado las amenazas y denuncias recíprocas, el desfile de las tropas de Vladimir Putin por Bielorrusia evidencia su dependencia respecto al Kremlin.

Lejos quedan los tiempos en los que el presidente bielorruso, Alexandr Lukashenko, se resistía al asfixiante abrazo del oso ruso y labraba una equidistancia entre Moscú y la UE. Su decisión de encarcelar a los candidatos opositores –prooccidentales y prorrusos– para perpetuarse en el cargo tras las elecciones de agosto de 2020 le ha dejado sin margen de maniobra alguna. El inquilino del Kremlin aprovechó la revuelta que provocó la reivindicación de la victoria con un 80% de votos por parte de Lukashenko para atarle en corto y dejarle en el cargo, pero sin poder.

El desenlace de la crisis bielorrusa, del que las maniobras rusas son su corolario, confirma una evidencia que demasiadas veces se pasa por alto.

A saber, que, reconociendo el ascendiente militar estadounidense sobre Europa Occidental y Central, la UE y Rusia son rivales geopolíticos. Históricamente y hoy en día, en Bielorrusia y en Ucrania. Convendría tenerlo en cuenta a la hora de apostar por un entendimiento duradero entre Bruselas y Moscú, única manera de evitar el riesgo de otra guerra en Europa.