Maite UBIRIA BEAUMONT
aiacciu

París plantea dialogar hasta fin de año para acordar el estatus de Corsica

De visita en Corsica con un ambiente muy caldeado, el ministro francés de Interior, Gérald Darmanin, ha tratado de calmar los ánimos ofreciendo «acelerar» el diálogo con el objetivo de alcanzar un acuerdo para finales de este mismo año «sobre lo que queremos para la evolución institucional de la isla».

Tras una tarde de reuniones con diversos agentes políticos económicos y sociales de Corsica, el ministro francés de Interior, Gérald Darmanin, reiteró su oferta de diálogo sobre el estatus político de la isla con el fin de calmar la tensa situación que se vive, e incluso planteó una fecha. «Propongo que, de aquí al final del año 2022, podamos acelerar para ponernos de acuerdo sobre lo que deseamos sobre la evolución institucional de la isla», que podría ir, insistió, «quizás, hasta la autonomía».

Darmanin explicó que la solución podría pasar incluso por crear un estatuto específico para Corsica. Añadió, no obstante, que este diálogo será imposible si se agrede a las fuerzas del seguridad, en alusión a los disturbios registrados en las protestas tras la brutal agresión que sufrió el militante independentista Yvan Colonna en la cárcel de Arles.

A pesar de ese «quizás» añadido por Darmanin, el presidente corso, el autonomista Gilles Simeoni, saludó los «compromisos muy fuertes» expresados por el Ejecutivo francés, que desea «ver recogidos en un documento, con un calendario»: «En ese caso, puedo considerar que hemos puesto la primera piedra de un proceso histórico».

Recordando que la autonomía es «el derecho común de todas las grandes islas del Mediterráneo», Simeoni había hecho alusión por la mañana al estatuto logrado en las Azores, con su reconocimiento en la Constitución portuguesa y con «competencias exclusivas» del Gobierno local «en los ámbitos principales de la vida cotidiana».

Hoy, con policías

Tras la ronda de contactos de ayer, el titular de Interior dedicará la jornada de hoy, segundo y último día de visita, al encuentro con fuerzas policiales, fuertemente movilizadas tras una semana de marchas multitudinarias y también de escenas de violencia en la isla.

Precisamente el FLNC, que dejó su actividad oficialmente en 2015, hizo público un comunicado en el que apoya la dinámica de la juventud corsa y evoca, si no hay avances desde el Estado, una vuelta a las acciones armadas que, de hecho, no han desaparecido nunca completamente.

Un elemento a sumar en la escalada de tensión en medio de la cual ha sido recibido Darmanin. Militantes de la formación en el Gobierno insular, Femu a Corsica, del partido independentista Corsica Libera, hoy en la oposición, y de los sindicatos estudiantiles ocuparon el martes por la mañana varias sedes del servicio estatal de impuestos, en Bastia, Aiacciu o Borgu. Una acción pacífica que un responsable de los servicios, entrevistado por France 3, consideró «comprensible».

La ocupación evidencia la progresiva implicación de las organizaciones nacionalistas en la dinámica que ha ido tomando forma a partir de las protestas impulsadas por los jóvenes tras la agresión sufrida por Colonna.

Los partidos favorables a un nuevo estatus que parta del reconocimiento del pueblo corso parecen decididos a aparcar, en parte, sus diferencias, para dar prioridad a demandas comunes.

Y es que los nacionalistas han visto cómo sus reivindicaciones, ya en materia lingüística o de política fiscal, han chocado una contra otra con el muro de París.

El mandato de Emmanuel Macron ha sido decepcionante. Nada más llegar al Elíseo, puso a Jacqueline Gourault, la número dos de Interior y luego secretaria de Estado en materia territorial, al frente del dossier corso. A Gourault le correspondió anunciar el plan inicial de traslado a la isla de los presos.

Fracaso de la reforma

Sin embargo, el intento de dar encaje a un estatus diferenciado para Corsica en la Constitución francesa encalló. La iniciativa se encontró, de una parte, con la incomprensión de la oposición no nacionalista en la Asamblea territorial y, finalmente, con el veto del Senado galo, que echó por tierra el proyecto de ley destinado a consagrar un traspaso amplio de competencias y, lo que es más importante, el reconocimiento de capacidad legislativa propia al Parlamento insular, en lo que se parecería mucho a establecer en Corsica una autonomía.

Si la mayoría revalidada y aumentada por Simeoni en las elecciones territoriales de 2021 dejaba clara la voluntad de la ciudadanía corsa, la agresión a Colonna ha hecho que en la isla se cimente un vasto movimiento de protesta y dos manifestaciones multitudinarias en Corti y Bastia bajo el lema «Statu Francese Assassinu».

A ello se suman las protestas violentas protagonizadas por jóvenes y la creación de un comité, que engloba a una veintena larga de asociaciones, destinado a canalizar esa crisis.

Un panorama que, con todos sus matices y no pocos riesgos, tanto para el nacionalismo –particularmente, aunque no solo, para la versión más moderada que encarna Simeoni– como para el Gobierno de Emmanuel Macron que, siguiendo la estela de tantos otros gobiernos franceses, ha optado por la conocida receta de enviar al jefe de la Policía a tratar de calmar la mar agitada en Corsica.