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El anuncio de una tregua humanitaria en la guerra en Tigray aviva la esperanza de una solución negociada


El anuncio del Gobierno etíope de una «tregua humanitaria indefinida» y el compromiso de los rebeldes de Tigray a un «cese de las hostilidades» si llega esa ayuda han reavivado la esperanza de acabar con la guerra que libran desde 2020.

El comunicado del jueves de las autoridades federales de Etiopía, con el que aprobaron la entrada de las organizaciones humanitarias en el norte del país, podría terminar con el «bloqueo de facto» que sufre la región desde hace ocho meses, según denunciaron la ONU y organizaciones humanitarias. Pero, para «facilitar el éxito de la tregua humanitaria», el Ejecutivo también exigió que el Frente Popular de Liberación de Tigray (FPLT) no realicen «actos de agresión» y se retiren «de zonas que han ocupado en territorios vecinos».

Los insurgentes tigriños aseguraron en la madrugada de ayer que, si la asistencia humanitaria entra en Tigray, declarará un alto el fuego. «Si nuestro pueblo recibe el nivel de asistencia humanitaria acorde con las necesidades sobre el terreno y en un plazo razonable, el Gobierno de Tigray se compromete a implementar un cese de hostilidades con efecto inmediato», afirmaron.

Estos movimientos fueron aplaudidos ayer por la Unión Europea y la Unión Africana, que sigue abogando por un diálogo para terminar con el conflicto.

Sin embargo, el experto en conflictos Kjetil Tronvoll, de la Nueva Universidad de Oslo, aseguró a Efe que, aunque estos gestos «pueden conducir a un diálogo para un acuerdo de paz, aún estamos lejos de llegar a ese escenario». Por su parte, el director del Instituto Internacional para el Cuerno de África, Hassan Kannenje, indicó que «terminar con la guerra requiere compromisos más serios por ambas partes».

5,2 millones de personas

El Programa Mundial para los Alimentos está preparado para distribuir asistencia humanitaria en el norte de Etiopía, donde unos 5,2 millones de personas la necesitan, en cuanto se garantice un acceso seguro y sin restricciones. Pero habrá que ver el impacto en el terreno de los gestos del Gobierno y de los rebeldes.

La guerra estalló el 4 de noviembre de 2020, cuando el primer ministro etíope, Abiy Ahmed, ordenó una ofensiva contra el FPLT –partido que gobernaba la región– en represalia por un ataque contra una base militar en Tigray y tras una escalada de tensiones políticas. Desde finales de octubre de 2021, el FPLT logró avanzar sus posiciones hacia el sur, amagó con marchar sobre Addis Abeba, sede de la UA.

El temor a un ataque a la capital animó los esfuerzos diplomáticos internacionales en busca de una solución negociada que todavía parece lejana aunque los rebeldes tigriños ya habían anunciado la retirada de sus tropas a Tigray y el Gobierno había liberado a rebeldes y presos políticos a finales de diciembre.