Alfredo Ozaeta
GAURKOA

¿Armas para la paz?

Vistos los últimos acontecimientos y posicionamientos en torno a la invasión y consiguiente enfrentamiento armado entre Rusia y Ucrania, con la tragedia tanto humana como social y económica que ello conlleva, uno no deja de preguntarse: ¿cómo o por qué es tan fácil generar conflictos y tan difícil evitarlos o encontrarles soluciones pacíficas y negociadas?

Posiblemente todos estamos pensando, aunque los medios no nos las cuenten o mencionen, en las razones e intereses que tienen los que desgobiernan este mundo y pilotan nuestro futuro. Se limitan a través de sus voceros a narrar sus consecuencias, desastres y miserias varias, como si de una película bélica de entretenimiento se tratara, pero sin aportar lo más mínimo para corregir solucionar el catastrófico despropósito. Y como en todo filme que se precie no se olvidan de etiquetar a los contendientes, en función del sesgo político o afinidades, en «buenos» o «malos».

Nos está tocando asistir a tiempos donde la hipocresía no da lugar a la sorpresa y, como se suele decir, se han perdido las mínimas formas de decencia o decoro. Singular, o cuando menos peculiar, el argumento que nos quieren vender de que tratan de lograr la paz armando hasta los dientes a los partícipes directos del conflicto, derivado, no olvidemos, de la invasión de Rusia a Ucrania como foco principal, pero sin obviar los antecedentes, condicionantes e intereses detonantes de la pugna en cuestión.

Realmente uno se pregunta si sirve para algo la diplomacia o los organismos internaciones tipo ONU, con sus órganos varios –Asamblea General, Consejo de Seguridad, Consejo Económico y Social, etc.– y otras asociaciones internacionales diseñadas para conciliar intereses y defender la paz e igualdad. O son simplemente retiros dorados en la prolongación de puertas giratorias para los políticos.

Curioso oxímoron que intentan trasladar a la sociedad, armas vs. paz, ¡que insulto a la inteligencia! Las armas de las que hacen uso los poderes siempre han sido creadas y diseñadas para intimidar, someter y destruir tanto vidas como bienes, y estas siempre han sido monopolizadas por el que en cada caso, contexto o época ha detentado la fuerza o poder. El agredido a lo sumo se ha dedicado a defenderse con los escasos medios a su alcance o con lo que haya podido requisar al agresor.

Si estos elementos de producir muerte y destrucción nos quieren hacer ver que son los medios para la conseguir la paz y convivencia en una sociedad con tanta desigualdad e injusticia es que algo estamos haciendo muy mal. Como ejemplo, el alarmante dato de la repentina carrera de casi todos los países desarrollados en destinar más presupuesto para armarse en su escalada militarista.

Donde está el inconveniente o interés en no dedicar estos recursos y las billonarias sumas de dinero, en vez de para la destrucción, en ayudar a empoderar países necesitados y paliar el hambre de muchas personas. Posiblemente con más lápices y libros harían falta menos armas. ¿Les resulta a los grandes diseñadores del orden mundial, a sus fondos financieros e industrias más cara la paz que la guerra?

Qué interpretación se puede extraer de todo ello, ¿cierre de puertas al desarrollo de los países necesitados? ¿Agotamiento de políticas de crecimiento económico justo? ¿Imposición de los grandes trust fabricantes de material bélico? ¿Incompetencia de los políticos actuales? O lo que pudiera ser lo mismo, ¿degradación de la actual sociedad?

Es ilustrativo lo que podíamos llamar mapa de guerra o toma de partido en la contienda. El llamado primer mundo que los países ricos de la órbita capitalista y neoliberal apoyan incondicionalmente a Ucrania, léase: USA, Canadá, Europa, Australia y alguno más del entorno. El segundo, donde podemos incluir a China, India, Brasil, Sudáfrica y algún otro asiático adoptan una actitud de presunta neutralidad. Este bloque lo clasifico por su renta per cápita más que por su índice de desarrollo, ya que, si fuera por este alguno pudiera ser considerado del primero.

Mientras que el llamado Tercer Mundo, países no alineados, Latinoamérica, América Central, Caribe, algunos de Eurasia, Magreb y cuerno de África, etc., junto con el cuarto donde básicamente podemos agrupar a la mayoría del continente africano y otros marginales, prácticamente no se posicionan o lo hacen en favor del que les ayuda con préstamos e inversiones, por supuesto no gratuitamente, principalmente Rusia o China. Bastantes problemas y miserias tienen estos países como para plantearse algún tipo de sanción o boicot a los que, aunque sea de modo interesado, les están ayudando. Que les puede importar que explote la situación o se vaya todo al garete dada la desesperación en se encuentran.

La globalización por fin se ha despojado de su mascara, evidenciando su fracaso en la falta de consenso en su objetivo del reparto de los recursos mundiales, para volver de nuevo a la política de bloques si es que alguna vez había desaparecido. Su codicia y voracidad no conoce limites.

Y mientras tanto la derecha, extrema y neoliberal totalmente desatada y desinhibida, sigue su esquema de desestabilización y asalto al poder mediante la mentira, la desinformación, el miedo y utilizando los medios sin ningún tipo de vergüenza ni complejo para transgredir los mínimos valores y las más básicas formas éticas. Algo que de ninguna de la manera se les permitiría a las fuerzas verdaderamente progresistas, estas serían tildadas cuando menos de «radicales» y «antisistema», como poco y como si ello fuera negativo, entre otras muchas descalificaciones, sometiéndolas a permanente acoso mediático.

En ningún caso justifica el letargo y exceso de mesura de los sectores democráticos que, viendo y siendo conscientes la continua capitalización que desde el fascismo y la derecha están haciendo de cualquier colisión, sea de carácter social, político, bélico, etc., siguen sin tomar iniciativas, enfrentándose y confrontando valores, proyectos, además de soluciones basadas en el respeto, libertad e igualdad contra los que reniegan y atentan contra estos principios.