Daniel GALVALIZI
RELEVO EN EL PP

Núñez Feijóo, con nuevo tono pero sin cambio de propuestas

El presidente de la Xunta asume formalmente la Presidencia del Partido Popular y logra su foto de unidad tras sepultar la etapa Casado. Su discurso carece de insultos y de descalificaciones, pero no sugiere un cambio de propuestas desde la oposición. La nueva Ejecutiva supone el regreso de la generación anterior. La coexistencia con Ayuso.

Con el 99,35% del voto de los compromisarios (unos 2.700), Alberto Núñez Feijóo es el nuevo presidente del PP y se acaban así tres años y medio de la regeneración neoaznarista de Pablo Casado, que tuvo un final precipitado por el enfrentamiento salvaje con Isabel Díaz Ayuso y la desconfianza de barones y dirigentes territoriales.

El presidente de la Xunta de Galiza es de los militantes más experimentados del PP. Las cabezas giraron hacia él en febrero cuando la guerra interna desangraba al partido alfa de la derecha española y, finalmente, en el XX Congreso de Sevilla se ha formalizado su encumbramiento para rescatar a la formación del fratricidio y cambiar de estrategia para frenar la sangría de votantes que se van a Vox.

«No soy nuevo ni desconocido, ni una incógnita. Me queda la última cuarta parte del partido», dijo Feijóo en su discurso de aceptación del cargo, haciendo alarde de su experiencia. «No soy infalible, pero soy tenaz y no voy a parar hasta que a los españoles se le ofrezcan las soluciones a las cargas que están llevando. España es mucho mejor que el Gobierno que tiene», recalcó.

Durante el Congreso, Feijóo habló en tres oportunidades y en todas apeló a un nuevo tono. «No he venido a crispar ni a insultar ni a conformarme con la política inestable que hoy tenemos», señaló el viernes, en la primera jornada. En ningún momento nombró a Pedro Sánchez ni a los partidos de la coalición que gobierna el Estado. Solo se refirió al «Gobierno» a secas y a algunas de sus políticas.

«No vamos a esperar a que caiga el Gobierno como consecuencia de su propia ineficacia, se trata de mostrarles a los españoles que no hay que resignarse, que hay otra manera de gobernar», afirmó ayer. Feijóo sabe que a Casado se le fustigó por su oposición agresiva y anclada en el «no a todo» y se percibe su intento de mostrarse como la contracara: propositivo y sereno.

Casado le hizo un favor el viernes con su apología al nacionalismo español, su mención al pasado glorioso hispánico y su obsecuencia explícita a Felipe VI. La comparación fue fácil para cualquier espectador, que no necesita ser semiólogo para entender el nuevo tono. Las palabras «golpistas», «herederos de ETA» y «comunistas» brillaron por su ausencia en uno y fueron repetidas por el otro.

Respecto a políticas, Feijóo no explicitó o no quiso avanzar una transformación. El mantra de la bajada de impuestos, sin explicar cómo se cuadrarían las cuentas, se ha repetido por doquier y no hubo ninguna mención a los hechos diferenciales de Euskal Herria y Catalunya. Solo un guiño a las lenguas cooficiales –habló en galego unas pocas frases» y criticó a quienes buscan «dividir» con su actitud en contra del castellano, «la lengua común».

La cohabitación de la derecha. En un primer y emblemático gesto de astucia, Feijóo buscó tras clausurar el cónclave conservador tener una foto de familia con Ayuso y Casado juntos sobre el escenario (ambos se saludaron con un beso ante las cámaras minutos antes). Estaban también los presidentes autonómicos y Mariano Rajoy.

Y es que el líder gallego había dicho el viernes que exigía a los dirigentes «unidad» y que esa era la única «condición no negociable» para aceptar el cargo. Fue en sintonía con los discursos de Aznar, Rajoy y varios barones que piden cerrar heridas para poder iniciar una nueva etapa.

Una nueva era que tendrá una particularidad nunca vivida en cuatro décadas por el PP: el nuevo presidente asume sin ser la figura más popular. Ayuso concentra el liderazgo carismático y el fervor del votante de derecha, y que haya sido la más ovacionada de todos los presentes fue una muestra más de ello.

Como decía la ciencia política francesa de sus presidentes y primeros ministros de diferente signo político, será necesaria una cohabitación entre el líder que representa la seriedad y solvencia (palabras muy repetidas por varios dirigentes, marcando, sin decirlo, una ruptura con la etapa juvenil de Casado-García Egea) y la líder que representa el calor ideológico y contestatario.

Ella es joven y ha decidido quedarse en Madrid. Él ha finalmente optado por dar el salto e intentar su camino a Moncloa. Elige como escuderos a Cuca Gamarra y Elías Bendodo, dos personas de partido, pragmáticas y sin ambición de regeneración (que sobraban en Casado y Egea), para acompañarle a dirigir el PP y prepararlo para un 2023 electoral. Comenzó la era Feijóo y la derecha española empieza a probar a su nuevo líder.