Dabid LAZKANOITURBURU
PRESIDENCIALES EN FILIPINAS

Después del autoritario presidente Duterte, el hijo del dictador Marcos

El hijo del dictador filipino Ferdinand Marcos es el gran favorito en las presidenciales, en las que se presenta en tándem con la hija de autoritario presidente, Rodrigo Duterte. La alianza entre ambas dinastías, el blanqueamiento de los Marcos, el clientelismo y la decepción que gobiernos democráticos generaron en las clases populares explican el drama.

Filipinas (108 millones de habitantes) eligió ayer al que sustituirá al autoritario Rodrigo Duterte. Las encuestas auguraban una clara victoria de «Bongbong» Marcos, hijo del fallecido dictador Ferdinand Marcos (1965-1986, que superaba por 33 puntos (57%) a su más inmediata rival, Leni Robredo (24%), a pesar del legado de expolio y opresión de su padre.

Marcos, 64 años, se presentaba en tándem con Sara Duterte-Carpio, favorita para vicepresidenta (se vota de manera independiente), y es hija del actual presidente, quien por ley no puede aspirar a la reelección.

El mandato de Duterte ha polarizado profundamente al país y ha dejado cicatrices por su guerra contra las drogas, que ha causado 6.200 muertos, según cifras oficiales, aunque los grupos de derechos humanos hablan de entre 27.000 y 30.000 fallecidos, muchos de ellos ejecutados extrajudicialmente.

Investigaciones dentro del país amenazan con procesarle por esa feroz represión, mientras que la Corte Penal Internacional ha anunciado que investigará a su Gobierno por crímenes de lesa humanidad, una labor que se presume imposible si su hija logra vicepresidenta del país y muy difícil si Marcos gana y le paga con la impunidad por la alianza entre ambas familias.

En su posición de favorito indiscutible, «Bongbong» Marcos ha mantenido un perfil bajo durante la campaña, no ha participado en los debates y ha dado contadas entrevistas en las que insiste en una vaga idea de unidad nacional. Ninguna propuesta concreta para el país, aparte de crear empleo e invertir en infraestructuras, en línea con las promesas de Duterte.

La familia Marcos huyó en 1986 a Hawai tras una revolución popular pacífica que derrocó al dictador, quien falleció en la cama en la isla estadounidense tres años después.

Investigaciones posteriores desvelaron que durante los años de la Ley Marcial impuesta por Marcos (1972-1981), al menos 3.257 personas acusadas de disidencia fueron ejecutadas de manera sumaria, miles fueron torturadas y unos 10.000 millones de dólares fueron robados al erario, según la Comisión del Buen Gobierno, un organismo nacional creado para recuperar los fondos usurpados.

Muchos consideran a los Marcos como los modernizadores del país, patriotas, compasivos y ven aquellos años como la época dorada de Filipinas. El apoyo a «Bongbong» incluye a mucha gente que no había nacido entonces y se explica porque los Marcos llevan dos décadas con una campaña de desinformación para blanquear su legado. El fenómeno se ha intensificado en los últimos años con la complicidad del Gobierno Duterte.

Los bulos y mentiras políticas abundan en Facebook, Youtube y TikTok, principalmente entre internautas que retransmiten en directo. Una desinformación de la que lleva años advirtiendo la periodista y nobel de la paz filipina, María Ressa.

El clan de los Marcos ha estado encabezado en los últimos años por Imelda Marcos, de 92 años y esposa del dictador. La victoria de su hijo podría garantizarle asimismo la impunidad. Y es que en 2018 fue condenada a entre 42 y 77 años de cárcel por siete delitos relacionados con trasferencias de 200 millones de dólares del erario a sus cuentas en Suiza y se encuentra en libertad bajo fianza.

A pesar de la gran diferencia que ostenta Marcos en las encuestas, algunos analistas sostienen que la actual vicepresidenta, Leni Robredo, podría dar la sorpresa y esperan que los resultados sean mucho más ajustados de lo que se anuncia. Recuerdan que en 2016 Robredo ya venció de manera ajustada a «Bongbong» Marcos en los comicios a la vicepresidencia.

Abogada de derechos humanos y azote de Duterte, Robredo ha conseguido movilizar a centenares de miles de personas y aglutina al electorado progresista y más urbano.

Presenta una agenda más feminista y cercana al colectivo LGTBI, en un país muy conservador y tradicionalmente alérgico a avances sociales de gran calado, y centrada en combatir la corrupción, impulsar la educación pública y reducir la pobreza contaría con uno de cada cuatro votos, según los últimos sondeos.

«Las diferencias en las preferencias por estratos socioeconómicos son evidentes», asegura Dean Dela Paz, periodista veterano y experto en política nacional, quien explica que el apoyo a Marcos se concentra de modo abrumador entre la población con menores niveles de estudios, mientras que Leni Robredo despierta simpatías especialmente entre la minoría más formada del país.

La polarización de la campaña ha relegado a un segundo plano los problemas económicos derivados de la pandemia, ya que Filipinas sufrió uno de los confinamientos más largos del mundo por el covid-19.

Además de la pobreza y desigualdad endémicas, el país sufre una inflación galopante que ha encarecido los carburantes y se ha traducido en un aumento que ronda el 10% en los precios del transporte en el primer trimestre del año, según el Gobierno.