EDITORIALA

Europa, poco verde y cada vez menos democrática

El Parlamento Europeo aprobó ayer la propuesta de la Comisión para calificar como inversiones sostenibles las destinadas al gas natural o la energía nuclear. La pirueta dialéctica consiste en aceptar que ni son energías neutras ni tampoco son energías renovables pero, no obstante, son fuentes de energía que pueden desempeñar un papel importante en la transición hacia la economía descarbonizada que Europa planea alcanzar en 2050. Llegados a este punto, la única posibilidad de rechazar esta desastrosa decisión es que la recurran el 72% de los países de la Unión, siempre que representen al menos al 65% de la población. Algo poco menos que imposible.

Una decisión que desde el punto de vista medioambiental no tiene el más mínimo sentido, pero tampoco desde el punto de vista económico. Baste calcular que una inversión en plantas de esas características necesita un estudio previo, un largo proceso de diseño, construcción y puesta en marcha, y después un dilatado periodo en servicio para poder amortizar la enorme inversión que, sin embargo, debería acabar, teóricamente, en apenas 30 años, de modo que en 2050 se pueda dar paso a una economía descarbonizada. La decisión tampoco tiene nada que ver con la actual guerra en Ucrania, argumento que utilizó la eurodiputada jeltzale Izaskun Bilbao para apoyarla. La Comisión resolvió incluir ambas energías en el listado de inversiones verdes un mes antes de que comenzaran las hostilidades, y haciendo caso omiso a la opinión contraria de todos los grupos de asesores y expertos. El lobby energético ya había logrado su objetivo mucho tiempo antes de que comenzara la guerra.

Esta decisión vuelve a poner de relieve que el discurso verde asumido por las instituciones europeas se mantiene en tanto en cuanto no afecte los intereses crematísticos de las grandes corporaciones. Cualquier conflicto se termina resolviendo a favor de estas últimas. La decisión de ayer tampoco deja en buen lugar a un Parlamento Europeo que muestra una preocupante falta de responsabilidad. Europa es cada vez menos verde y menos democrática.