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IRUÑEAKO SANFERMINAK

La Policía entra a golpes en curia al cerrar la procesión

El santo morenico volvió a salir al sol. La procesión, eterna en cuanto a largura, avanzó entre pitos y aplausos. Como era previsible, fue ya cuando San Fermín había regresado a su capilla y el Ayuntamiento acompañaba al cabildo hasta la catedral cuando la tensión fue a más. Una nefasta gestión de la seguridad dejó zarandeos y heridos leves.

Arriba el cordón policial al inicio de Curia, donde tuvieron lugar los forcejeos más importantes. En la página siguiente, los gigantes se abren paso entre el gentío. Abajo, San Fermín paseando por la ciudad.
Arriba el cordón policial al inicio de Curia, donde tuvieron lugar los forcejeos más importantes. En la página siguiente, los gigantes se abren paso entre el gentío. Abajo, San Fermín paseando por la ciudad. (Idoia ZABALETA FOKU)

No son parte de la procesión, solo el dispositivo de seguridad y nada más. Su cometido es proteger a los que de verdad forman parte de la comitiva y, a ser posible, sin que se les note. Pero los protagonistas de la procesión de ayer fueron los policías municipales. La emprendieron a golpes con la gente que increpaba al cabildo y a la Corporación al inicio de la calle Curia. Cogieron a gente por el cuello, forcejearon, empujaron a todos contra la pared y la emprendieron a puñetazos contra el gentío que vociferaba «UPN Kanpora». Un policía venido de Badajoz golpeó con su puño enguantado a un joven en toda la cara. Con agresiones gratuitas no se serena una situación así.

Mientras se enzarzaban al comienzo de la calle, la Corporación siguió adelante sin protección de uniforme. Solo les cubrían los escoltas de paisano. Resulta significativo que en ese tramo sin apenas protección no se registraran agresiones si tanto peligro había.

No todos los agentes se comportaron de forma irresponsable. Un único mando, de espaldas a la gente, conminó a sus compañeros a seguir adelante, recordándoles su cometido original. Prácticamente él solo solucionó una situación bien difícil. Aunque ya era más bien tarde y se notificó que tres agentes habían resultado heridos. Las imágenes muestran que al menos uno sangraba profusamente de la cara. No se aprecia bien cómo fue, parece a causa del lanzamiento de algún objeto.

Cuesta entender, pues lo vivieron de primera mano, que los grupos municipales de Navarra Suma y PSN acordaran una declaración en denuncia del «linchamiento». Afirman en su escrito lo siguiente: «Solo la valiente y profesional actuación de la Policía Municipal, apoyada por agentes de otras localidades españolas, ha evitado un auténtico linchamiento de los concejales de Navarra Suma y del Partido Socialista de Navarra y, especialmente, del alcalde, objetivo prioritario de los agresores perfectamente organizados».

Lo cierto es que lo ocurrido en Curia fue un sindiós. A miembros del cabildo les regaron de arriba a abajo con cerveza y uno de ellos se encaró en una actitud curiosa de ver en un religioso. Lo de la otra mejilla con él no iba.

El alcalde lo pasó de veras mal, agazapado a la fuerza por su escolta personal. El agente que lo cubría con su cuerpo le hizo avanzar a toda prisa y a su paso una de las concejalas de Navarra Suma se fue al suelo, pero por esa premura y no por culpa de un tercero.

EH Bildu, por cuenta propia, envió una nota denunciando los incidentes, que algunos llegaron a tildar como «batalla campal», descripción que no cuadra ni por la gravedad de los incidentes ni por la duración del episodio.

Muestra de que las protestas de Curia no son en sí violentas se vio a la bajada de la Corporación de la catedral, esta vez ya con el cordón policial correctamente dispuesto y en actitud pacífica, donde no se registró incidente alguno. O en el hecho de que en Curia se alternan grupos contrarios a la gestión municipal (mayoritarios) con otros que acuden a aplaudir, en los que participan rostros muy conocidos de la derecha. En ningún momento se producen incidentes entre ambas corrientes, pese a compartir hasta el barril para dejar las copas. A fin de cuentas, la gente está simplemente echando el vermú. Por lo demás, la procesión fue tan larga y aburrida como lo era antes de la pandemia. Con el Ayuntamiento yendo a buscar al santo, al arzobispo y paseando de un lado al otro de la ciudad. Los ediles de izquierdas participan en el desfile, no en la misa.

El día 7 es el único día en el que San Fermín sale la capilla de San Lorenzo a dar una vuelta. Se tira tres horas y media de mañaneo y es imposible seguirle la pista por lo larga que es la comitiva (Pamplonesa, ediles, comparsa, municipales de gala...). La gente le saluda alegre al verlo pasar. Y había muchas ganas de verle.