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EDITORIALA

Una subida de tipos que nada mejora


El Banco Central Europeo aprobó ayer la primera subida de los tipos de interés desde 2011. Elevó nada menos que 50 puntos los tipos oficiales, un salto sustancial. Informó, además, de que a partir de ahora las decisiones sobre los tipos se adoptarán en cada reunión, dejando la puerta abierta a nuevas subidas con el objetivo de alcanzar a medio plazo una inflación del 2%, una meta que en este momento no parece muy realista. El BCE, asimismo, aprobó el Instrumento para la Protección de la Transmisión. El propio banco lo definió como un mecanismo antifragmentación, lo que significa que el BCE cree que la subida de tipos puede provocar tensiones en la deuda pública -aumento de la prima de riesgo- que pueden terminar rompiendo la zona euro, como casi ocurrió durante la anterior crisis de deuda.

La presidenta del BCE, Christine Lagarde, reconoció la presión al alza sobre los precios y al mismo tiempo que la economía se ralentiza. De hecho, la opción de que en otoño se produzca una recesión ha sido el tema de conversación estrella. En este contexto, no tiene mucho sentido la decisión de subir los tipos, ya que no hará sino profundizar en la recesión: encarecer el crédito reducirá la inversión y el consumo, especialmente cuando los salarios siguen lejos de actualizarse en función del alza del coste de la vida. Las familias y las empresas destinarán una parte mayor de sus menguantes fondos a sobrevivir. Por otra parte, existe un amplio acuerdo sobre la naturaleza del actual proceso inflacionario. La falta de inversiones durante la pandemia, la dificultad para aumentar la extracción de combustibles, la apuesta por el mercado en detrimento de los acuerdos a largo plazo y la política de sanciones contra Rusia seguirán empujando al alza la inflación.

Da la impresión que tanto los líderes europeos como los dirigentes del BCE comprenden que con sus recetas no pueden enderezar la situación, a lo sumo lograrán empeorarla, y a pesar de ello siguen empeñados en aplicar unos dogmas que se han revelado estériles. Para superar la actual crisis hace falta recuperar herramientas económicas que hace tiempo fueron abandonadas y, sobre todo, otra mentalidad política.