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Los turcos se encomiendan a las urnas por una inflación desbocada

En medio de una inflación desbocada y con una economía que hace aguas, hasta seis partidos opositores preparan ya unas elecciones que tendrán lugar en menos de un año.

Imagen de una de las callejuelas del mercado de la ciudad de Antakya, en la provincia meridional de Hatay. (Omar HAJ KADOUR | AFP)

Me tendré que enterrar vivo», decía Cihat mientras la inflación iba ahogando, poco a poco, la economía de miles de familias turcas. La suya, que es una de ellas porque ambos progenitores se han quedado en la calle, debe alimentar, vestir y educar cada día a dos pequeños. Y no esconde la dificultad de hacerlo en época de vacas flacas: «Si antes les compraba dos vestidos, ahora solamente compro uno. Les sirve para invierno y en verano se lo corto», explica.

Durante el Ramadán, una familia del barrio de Rasimpasa, en Estambul, se prepara para romper el ayuno. Este mes, miles de familias turcas han tenido que lidiar, como cada año, con largas jornadas sin comer, pero al ponerse el sol, a diferencia de otros años en los que les aguardaban grandes manjares, solo tenían pasta con tomate. «Ya no podemos comprar carne. Antes, las niñas comían carne dos veces por semana. Ahora ya no la compramos. Debido al ayuno, intentamos comprar algo de pollo, pero solo podemos hacerlo una vez cada diez días. Estamos muy confundidos», afirma su progenitor.

En esa ocasión pudo poner un trozo de pollo, que se cotiza a 90 liras el kilo. La carne roja está a 180 liras: diez euros al cambio. Y teniendo en cuenta que esta familia de cinco miembros -donde padre y madre trabajan- gana el equivalente a 600 dólares al mes, las cuentas no salen. «Vivimos por vivir, sólo resistimos por las niñas. No tenemos alternativa. A veces lo pienso y me digo: ¿Y si me dejo ir? Pero no puedo, por ellas», sentencia.

Pero llevarle la contraria al presidente, Recep Tayyip Erdogan, sale caro y estudiar o decir la cifra de la inflación real puede traer problemas. El Ejecutivo admite un 80%, mientras que un grupo independiente de economistas, en julio la situó en un 176%. Veysel Ulusoy, director del grupo de economistas ENAG, admite a GARA que el Gobierno de Erdogan «no puede llenar los estómagos de la gente a base de eslóganes». Sus estudios, ciertamente, escuecen en los muros del palacio presidencial y ya tiene una investigación abierta por parte de la que hasta hace poco fue su casa, la Universidad de Yeditepe. Mientras la institución educativa ha expulsado a su mejor economista para complacer al mandatario, el profesor sabe que sus revelaciones le pueden costar caras, y no precisamente por tener que dejar las aulas: «Vendrán condenas de cárcel, pero estamos determinados».

BLOQUE OPOSITOR

Y ante el calvario económico, ¿podrá la oposición batir a Erdogan en los siguientes comicios? Ella cree que sí y ya empieza a tomar posiciones para decidir el cómo. De hecho, las encuestas no parecen indicar que la idea de sacar al actual presidente del poder sea descabellada. La última encuesta de Metropol, realizada a principios de julio, revelaba que existe un empate entre partidos opositores y gubernamentales, algo que hacía años que no ocurría. Ante la debacle del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) de Erdogan y un hartazgo generalizado por parte de la sociedad turca, los opositores saben que dividirse es darle esperanzas al actual Gobierno. Es por ello que prefieren aunar esfuerzos entre todos, en lugar de dividirse. Por lo tanto, seis contra dos: hasta seis partidos opositores de todos los colores, contra el AKP de Erdogan y su socio, el partido ultranacionalista MHP. Este choque en las urnas decidirá quién gobierna una Turquía que ahora mismo se encuentra más polarizada que nunca.

Con la oposición alineada después de una reunión de seis horas, el pasado 21 de agosto los líderes de las seis formaciones emitieron una declaración conjunta en la que afirmaban que el candidato que nominen para competir contra el presidente saliente «será el presidente de todos». El 2 de octubre, eso sí, volverán a encontrarse para definir, quizá, quién será el que confronte con Erdogan. Sin nombres, pero con un objetivo claro, el aspirante a la Presidencia saldrá -presumiblemente- de las filas socialdemócratas, un partido que ha sido más que crítico con la política económica de Erdogan y cuyo presidente, Kemal Kiliçdaroglu, se presentó en la sede del Instituto de Estadística Turco (TurkStat) para pedir cuentas.

Como él, millones de turcos no entienden que la inflación que soportan cada día en el supermercado, el alquiler, los servicios o la gasolina, diste tanto de lo que dicen los medios afines al Ejecutivo, y muchos quieren hacérselo pagar al presidente en unas urnas que ya están en camino.