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AZKEN PUNTUA

A propósito de la guerra


En “Lecciones de la guerra para los europeos vistas por un estadounidense”, artículo publicado en Revue Défense Nationale, Michael Shurkin insiste: «lo que cuenta no es el esfuerzo diplomático, sino la disuasión». Para el antiguo analista de la CIA, «la guerra de alta intensidad requiere masa, tecnología y existencias». Y, como no tenemos masa ni existencias, «debemos repensar toda la producción industrial militar».

En junio, con motivo de la inauguración de “Eurosatory”, salón internacional dedicado a la defensa y a la seguridad (eufemismo acrítico de «venta de armamento»), declaraba Macron que Francia había «entrado en una economía de guerra» en la que hay que organizarse «a largo plazo». Poco después, durante la clausura de la cumbre de la OTAN en Madrid, Sánchez se comprometía a aumentar el gasto español en defensa hasta el 2% del PIB, desde ese día a 2029.

El sueño de la razón produce monstruos no solo es un aguafuerte, y aquella conferencia de 23 de febrero de 1937, en la que Simone Weil ante un auditorio obrero habló de la racionalización y de «esta industria doblemente de lujo que es la industria de la guerra», no fue solo un discurso. La facultad de resistir. No en vano perdura la utopía de Flora Tristán, o la del Capitán Picard del S.S. Enterprise, en “Star Trek: Next Generation”.