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Cosas de barrio


Esta última semana hemos asistido a la llegada del otoño. Con él, las temperaturas han bajado notablemente y las lluvias han hecho su presencia. Esto es una buena noticia que hay que celebrar, ya que el verano ha sido extremadamente seco y el mercurio ha registrado cifras elevadas nunca vistas. Pero esta circunstancia que es bienvenida queda empañada por las decisiones políticas tomadas por el consistorio gasteiztarra. El gobierno presidido por Gorka Urtaran y la remodelación de la ciudad que proyectan han dejado de lado a la infancia y la juventud una vez más. Me estoy refiriendo a la planificación urbanística que piensan implantar alrededor de la vieja estación de autobuses de Vitoria, sita en la calle Los Herrán. Esta lleva años siendo un lugar de recreo y socialización para la infancia de los barrios de Arana y Aranbide, sobre todo cuando las inclemencias del tiempo impiden desarrollar actividades lúdicas en el exterior. No obstante, y desoyendo las peticiones vecinales, siguen empecinados en transformar este lugar de ocio en un centro logístico de paquetería, expulsando a las decenas de niñas y niños que diariamente juegan en este espacio y hacen uso de este parque infantil cubierto.

Nuevamente, los intereses empresariales y comerciales privados son antepuestos al disfrute de la juventud y de la res publica. El desplazamiento de estas instalaciones de recreo al exterior, cubiertas únicamente con una simple pérgola, demuestra el desconocimiento de los ediles gasteiztarras sobre el rigor de los inviernos vitorianos y lo alejados que están de la vida en la calle. Me temo que rara vez se han desplazado al barrio de Salburua a jugar con sus retoños bajo la pérgola que cobija los diferentes juegos infantiles, donde la corriente campa a sus anchas y el frío penetra hasta los huesos. Es más, si llueve racheado, nadie está libre de mojarse, convirtiéndose en un espacio carente de uso en estos meses que se avecinan. Así pues, esta decisión adoptada sobre el futuro del parque infantil de la calle Los Herrán no creo que contribuya a la mejora «de la calidad de vida de los vecinos y vecinas» que Urtaran aseguraba meses atrás. Por el contrario, la infancia de estos barrios vitorianos se ve abocada a abandonar estos espacios lúdicos y recluirse en su hogar, perdiendo un lugar clave para su desarrollo a través de la educación informal.

Señor Urtaran, si alguna vez fue niño, cosa que pienso, recuerde los largos inviernos vitorianos. Quizá esta rememoración de tiempos pasados le haga reconsiderar su proyecto urbanístico y comience a escuchar las opiniones de las vecinas y vecinos de estos barrios, responsables últimos de dar vida a las calles de la ciudad que usted gobierna. Si se construye la ciudad de espaldas a la ciudadanía, que no le extrañe luego que la ciudad se apague, no por el elevado coste de la luz, sino por no ser un lugar útil para sus moradores. Piénselo.