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CRÍTICA «UNA HISTORIA DE AMOR Y DESEO»

Descubriendo clásicos de la literatura erótica árabe


La tunecina Leyla Bouzid se ocupó de reflejar el impacto generacional de la Primavera Árabe en su ópera prima “À peine jóuvre les yeux” (2015), y en su segundo largometraje “Une histoire d’amour et de désir” (2021) ya va directamente al desarrollo vital de esa misma juventud dentro del fenómeno de la inmigración. Se implica al máximo en la observación a partir de su propia experiencia como estudiante de literatura en La Sorbona, y se posiciona como parte del sector de origen magrebí que mejor se ha integrado, a diferencia de quienes han preferido aferrarse a la cultura musulmana como vínculo.

La joven Farah (Zbeida Belhajamor) aparece como su alter ego, una chica abierta y moderna, que se ha occidentalizado. En cambio Ahmed (Sami Outalbali) siente una fuerte pertenencia al barrio y a su comunidad inmigrante, por lo que ella es lo que consideran como una “parisina”, en el sentido más despectivo. Son polos opuestos que se atraen, y aunque comparten las mismas raíces, difieren a la hora de entender las relaciones de pareja y la sexualidad. Por eso en el amor tienen sus desencuentros, toda vez que Farah es totalmente desinhibida, mientras que Ahmed es célibe y prefiere esperar a un compromiso definitivo.

En medio de ambos se sitúa la profesora Anne Morel (Aurélia Petit), que imparte un seminario de clásicos de la literatura erótica árabe, sobre todo con poetas medievales de entre los siglos XII y XV. Gracias a obras como “El jardín perfumado”, de Nefzawi, o “Canto del deseo ardiente”, de Ibn’ Arabî, descubrirán una sensualidad y un encanto por la desnudez primigenia reprimidos por el islamismo en siglos posteriores.

También accederán a una riqueza de vocabulario perdida, con infinidad de sinónimos para describir los atributos del sexo, a modo de auténticos tesoros escondidos.