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CRÍTICA: «SMILE»

Cadena de guasones


Considero que “Smile” (2022) no es tan original como pretende ser, pero dentro del adocenado panorama del terror actual dispone de elementos suficientes como para salirse del montón. No es fácil conseguir que tu ópera prima sea un éxito de taquilla inesperado, y Parker Finn lo logra a partir de su anterior cortometraje “Laura Hasn’t Slept” (2020), que le sirve de base para desarrollar ideas ajenas que estaban por ahí dispersas, y que las reagrupa como propias. Van desde el terror psicológico de Polanski a las películas de fantasmas japonesas de los 90, pasando por el Kubrick de “El resplandor” (1980). Y, por supuesto, debe mucho al manga nipón y al cómic Marvel, en especial al personaje del Joker, al que en el mercado latino llaman Guasón.

Los guasones de Parker Finn no obtienen su sonrisa macabra mediante maquillaje, ni tampoco por medio de efectos digitales. Y ahí está todo el mérito de la película, en que se trata de una mueca orgánica, un gesto puramente teatral. De alguna manera el método de interpretación es por contagio, en cuanto que las actrices y actores se iban pasando las unas a los otros esa pose facial burlona. A la vez les servía para meterse en situación, porque estamos ante la típica historia de contagios malignos, un virus siniestro y mortal que se propaga entre los testigos de una cadena de suicidios. La explicación viene de que el fenómeno sobrenatural se alimenta de los traumas de las personas afectadas. Una pandemia paranormal que dicen que tiene sus precedentes en el Brasil negacionista. La actriz que da la pauta al resto del reparto es Caitlin Stasey, que ya estaba en el cortometraje previo, y que es la paciente con la que se inicia la rueda infernal. El testigo lo recoge la doctora interpretada por Sosie Bacon, la hija de Kevin Bacon, que ejecuta un tremendo tour de force digno de elogio.