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AZKEN PUNTUA

Miserable


Un estudio estadístico francés viene a confirmar lo que ya sabíamos: que los más pobres no solo viven peor que los más ricos, sino también menos años. Y si solo fuera en Francia, ni tan mal. Pero es una constante que se repite millones de veces en todos los rincones de nuestro planeta, que ya ni es verde ni azul, sino gris, y oscuro, tirando a negro, que por lo general es un tono de moda solo si el que lo lleva en la piel marca goles a patadas, logra ensayos sin escribirlos o machaca canastas a tiro limpio, porque de lo contrario es un color bastante despreciado en esta Europa del siglo XXI. No es necesario que sea del todo negro; basta que sea tan oscuro como el de los inquilinos del centro de retención de inmigrantes de Hendaia, en realidad una cárcel de extranjería, un penal de racismo y xenofobia del que sus huéspedes han intentado huir esta semana, sin éxito. Subsaharianos, magrebíes, en casi todos los casos hijos de antiguas colonias esquilmadas por la misma madre patria que ahora les repudia. En estos últimos tiempos, en lugar de la solidaridad, se ha socializado la miseria. Sobre todo la mental. Solo así se entiende que esta extrema derecha francesa de ricos que el longevo Le Pen padre levantó hace 50 años esté saliendo ahora de pobre en este cada vez más miserable país.