Mikel INSAUSTI
DONOSTIA
CRÍTICA: «DIABOLIK»

Los hermanos Manetti adaptan a las hermanas Giussani

Ha pasado suficiente tiempo desde que el maestro Mario Bava realizase “Danger: Diabolik” (1968), una obra hija de su época, con producción bondiana, estética psicodélica, partitura de Morricone y un reparto estelar irrepetible con John Phillip Law, Michel Piccoli, Adolfo Celi, Marisa Mell y Terry-Thomas. Por eso no caben las comparaciones con la nueva adaptación de los hermanos Manetti, conformada por un caro y ambicioso proyecto que además de esta primera entrega incluye su correspondiente secuela cinematográfica y una serie de televisión completa. Antonio y Marco ya hicieron gala de su locura cinéfila con “Ammore e malavita” (2017), un musical sobre la mafia premiado con cinco David Di Donatello. Así que la creación sesentera de Angela Giussani y Luciana Giussani les va como anillo al dedo, y se acercan a ella con espíritu fan. El aire retro resulta inevitable, porque las aventuras de este villano o las de su equivalente francófono Fantomas, si las despojas de su identidad nostálgica, resultan demasiado ingenuas para los convulsos tiempos que corren y no toleran posibles actualizaciones.

En “Diabolik” (2021) fallan las secuencias de acción, que quieren inspirarse en las películas italianas de hace cinco décadas con aceleradas persecuciones automovilísticas, que no aciertan a reproducir en todo su brío visual. Por lo demás la dirección artística y la fotografía son genuinas, con elementos característicos como el mítico coche Jaguar Type E Negro, o el piso de este ladrón de cómic que esconde su guarida secreta.

El reparto funciona, con Luca Marinelli como un Diabolik frío y calculador, oculto bajo su traje negro o las máscaras de plástico que le hacen tan analógicamente camaleónico. Valerio Mastandrea, como el inspector Ginko, es la némesis perfecta, pero quien se apodera de la función es Miriam Leone en su rol de la “femme fatale” Eva Kant.