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Los drones kamikazes iraníes, alternativa barata y sangrienta al uso del arsenal aéreo ruso

La defensa antiaérea ucraniana cifró en 43 los drones suicidas iraníes lanzados ayer por Rusia contra la capital, Kiev, y otros objetivos. Asegura haber interceptado 37 de ellos.

Un dron se dirige hacia su objetivo en el centro de Kiev. (YASUYOSHI CHIBA | AFP)

El uso masivo por parte del Ejército de drones iraníes para atacar infraestructuras críticas ucranianas y desmoralizar a su población evidencia, de un lado, el creciente uso de este tipo de arsenal en las recientes guerras. De otro, la implicación de Teherán en la guerra a favor de Moscú, algo que no ha pasado desapercibido en Israel. Y finalmente, responde a una decisión de Rusia de no utilizar su ingente arsenal militar aéreo. ¿Por falta de él? ¿para economizar en una previsible larga guerra?

Los drones que protagonizan los bombardeos rusos de los últimos días son los kamikazes Shahed 136, rebautizados por Rusia como Guerán-2. De bastante tamaño y bajo coste, tienen mucha autonomía de vuelo (más de 2.000 kilómetros) y vuelan bajo, atacando a un objetivo que puede estar a cientos de kilómetros y que es identificado a través de coordenadas GPS introducidas a su despegue.

El problema es que son de un solo uso y fácilmente detectables, por el ruido que hacen y porque no superan los 180 kilómetros por hora .

Los Shahed («Testigo de la Fe» o «Mártir» en árabe) no son los primeros drones en el frente de batalla. Precisamente fue Ucrania la que comenzó a usarlos profusamente, concretamente los drones Bayraktar TB-2 turcos. Estos, conocidos como drones armados MALE (media altitud, alta resistencia), probaron su «eficacia» en manos del Ejército de Azerbaiyán, aliado turcomano de Ankara, en la guerra del año pasado contra las militarmente vetustas milicias armenias.

Tampoco es el único dron iraní que utilizan los rusos en Ucrania. El dron Mohajer-6 es precisamente la réplica del Bayraktar TB-2 turco y Teherán ha vendido asimismo a Moscú drones Arash-2, además de misiles balísticos. EEUU asegura que Rusia ha adquirido cientos de drones iraníes, 2.400 según los servicios secretos ucranios.

Finalmente, Rusia fabrica sus propios drones, los Lancet. Y el Ministerio ruso de Defensa ha reconocido que presta especial atención a la preparación de operadores de drones en el marco de la «movilización parcial» en marcha.

El problema es que Rusia, pese a su potencial militar, está menos avanzada que otras potencias en drones militare

s de ataque y ni siquiera se planteó su uso al comienzo de la invasión, confiando en la asimetría de sus fuerzas comparadas con las ucranias.

Cuenta eso sí, con drones chinos civiles adaptables al frente pero parece que Pekín es renuente a enviárselos en masa.

Por contra, la relación militar entre Rusia e Irán se ha consolidado con su alianza en la guerra siria para apuntalar al régimen de Bashar al-Assad. Soldados rusos fueron entrenados en el uso de los drones iraníes y los probaron contra las ciudades rebeldes sirias.

Y aquí llegamos al meollo de la cuestión. ¿Por qué Rusia está utilizando profusamente estos drones?

Una razón es indudablemente económica. Cada uno de esos drones cuesta 20.000 euros, frente a los millones de euros de un solo misil de crucero ruso. Otra, igualmente económica, tiene que ver con el déficit de la industria rusa, castigada a su vez con sanciones y la imposibilidad de adquirir componentes electrónicos occidentales para fabricar drones en serie.

Los expertos apuntan al éxito inicial, por novedoso, de este tipo de armamento, pero matizan que, a medida que los ucranianos los derriben y diseccionen, apuntalarán la manera de neutralizar a los drones iraníes que, por otro lado, son menos fiables y precisos que los turcos -qué no decir de los estadounidenses e israelíes, punteros en el sector- y no pueden atacar más que objetivos fijos, nunca a posiciones militares y de artillería móviles.

Y de eso no le falta al Ejército ucraniano que, a los tradicionales S-300 de la era soviética, suma defensas antiaéreas móviles suninistradas de manera creciente por los aliados de la OTAN.

Mientras tanto, fuentes militares occidentales no dejan de especular sobre los presuntos motivos de la decisión rusa de suplir su incontestable superioridad aérea y de misiles por drones iraníes.

Parece un hecho contrastado que Rusia ha decidido dejar en los hangares, o utilizarlos a una distancia de ataque de cientos de kilómetros, sus cazas de combate (los Sukoy).

Pero los analistas anglosajones van más allá y elucubran con que habría decidido no seguir lanzando masivamente misiles de crucero y de otro tipo tras meses de intensos bombardeos y con problemas para suplir el gasto de munición.