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KOLABORAZIOA

Extravíos


Cito a Eduardo Galeano: «De nuestros miedos nacen nuestros corajes y en nuestras dudas viven nuestras certezas». De nuevo la niebla. Sí, aquella que en los momentos críticos de la pandemia nos impedía ver y disfrutar con todo su esplendor de nuestros valles, de nuestros pueblos y rincones, que muchas veces se apoderaba de nosotras mismas impidiéndonos ordenar con claridad nuestros propios pensamientos, nuestras propias vidas (la niebla mental), parece que ha vuelto. Y no es a causa del «bicho «que parece estar dando sus últimos coletazos (doy fe de ello). No. Ahora son razones de otra índole multisistémica -civilizatoria- cuyas consecuencias nos retrotraen a esos tiempos oscuros de incertidumbres, miedos y dudas.

«Crisisenergética», «emergenciaclimática», «recesióneconómica», «laguerradeucrania»... se han convertido en los mantras que machaconamente repetidos, lejos de ejercer un efecto sanatorio, nos mortifican un poco más cada día si cabe. Necesitamos del coraje para enfrentarnos a la realidad tal cual es sin discursos melifluos y falsas equidistancias para desde la verdad -una de las grandes víctimas de estas crisis- poder ofrecer certezas. Por cierto: ¿por qué le llaman «laguerradeucrania» cuando en realidad se debería de hablar de «laguerracontrarusia»?

Y sigo a Galeano: «Los sueños anuncian otra realidad posible y los delirios otra razón»... Una gran película de ciencia ficción, “Dune”, tenía un subtítulo que decía: “Los sueños son mensajes de las profundidades”. Se refería, sin duda, a las nuestras, a nuestro subconsciente. Soñar nos hace más libres y de nuestros sueños nacen nuestras utopías. «Gauean amets egin dut herria libre zegoela» cantábamos en los tiempos de humo y plomo. Hoy sigue siendo un grito de esperanza que no deberíamos de olvidar recuperando así nuestra memoria histórica y nuestro relato, huyendo de la tentación nostálgica de creer que cualquier tiempo pasado fue mejor. Lo retro no tiene futuro y el futuro no ha sido el que soñábamos antes ni será como el que ahora soñamos. Entonces, ¿para qué soñar? Para no desesperar y crear nuevas utopías para avanzar. Porque Euskal Herria es una utopía dinámica, cambiante, en permanente tensión dialéctica con el resto del mundo también en constante evolución.

Y concluye Eduardo: «En los extravíos nos esperan los hallazgos porque es preciso perderse para volver a encontrarse». No son tiempos para el dogmatismo ideológico ni para la ortodoxia delirante. El delirio no es sino uno de los efectos, entre otros, de esa niebla mental que nos carcome en estos tiempos de incertidumbre y que nos conduce al desvarío, a la angustia y, en el peor de los casos, a la depresión colectiva. La incertidumbre, como la niebla, también nos lleva a la confusión, a equivocarnos de ruta, a perdernos en el camino pero también nos da la oportunidad de explorar nuevas vías, nuevos senderos desde los que retornar al punto de partida, a reencontrarnos con nosotros mismos y con los demás. Así pues: ¡Abante!