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Por un mundo más verde y justo


Sabemos que los niños y niñas nacidos en 2020 se enfrentarán de media a siete veces más olas de calor durante su vida que sus abuelos, y que los recién nacidos de todo el mundo vivirán de media 2,6 veces más sequías. Sabemos que la crisis climática y de desigualdad es un factor clave que erosiona la resiliencia de los niños, niñas y las comunidades en las que viven; y que, si no se aborda con urgencia, la frecuencia y la gravedad de las crisis humanitarias y del coste de la vida aumentarán en los próximos años poniendo en jaque el futuro de la humanidad. Sin embargo, todavía nos pasamos de sorprendernos por el calor inusitado en octubre o el mega frío tipo Filomena. Debemos actuar ya. Menores de edad de todo el mundo nos lo están exigiendo.

Desde Save the Children hemos escuchado a 54.000 niños y niñas en una importante consulta realizada entre mayo y agosto de 2022 para conocer sus impresiones, preocupaciones e intereses sobre la crisis climática, y nos hemos encontrado con reflexiones como esta de una adolescente colombiana de 15 años: «El cambio climático es como un monstruo que nos destruye. Hay tormentas, huracanes, hace mucho calor, llueve mucho. No estamos cuidando el planeta; lo estamos llenando de basura».

En nuestro informe “Generation Hope: 2.400 millones de razones para poner fin a la crisis climática y a la desigualdad” estimamos que 774 millones de niños y niñas en todo el mundo -un tercio de la población infantil mundial- viven con el doble impacto de la pobreza y el alto riesgo de sufrir las consecuencias de la crisis climática. En palabras de un niño de trece años en Gaza: «No todas las personas tienen igualdad económica, no todas las personas tienen el privilegio de poder vivir en un hogar seguro; las personas más desfavorecidas enfrentan mayores riesgos».

En todo el mundo, las desigualdades están agravando la emergencia climática y sus impactos, sobre todo para los niños, niñas y familias con bajos ingresos. Dada la magnitud del desafío, sería fácil caer en la desesperación. Pero debemos aprender de niñas y niños que luchan por un mundo más verde y más justo. Es necesario que impulsemos distintas acciones junto a los niños y niñas para poner fin a la crisis climática y de desigualdad, e impulsar la protección y el cumplimiento de sus derechos.

Los países más ricos del mundo, cuyas emisiones históricas han impulsado la crisis climática y de desigualdad, deben liderar el camino para desbloquear la financiación de los países que están luchando para proteger a los niños y niñas de las consecuencias, incluso mediante el sistema de alivio de la deuda mundial y a través de la financiación climática, en particular para la adaptación y las pérdidas y daños. Se debe hacer justicia en favor de los niños y las niñas más afectados por la crisis, y, por supuesto, escuchar a las propias niñas y niños y atender sus demandas.

En definitiva, pasar de las palabras a la acción porque como dice uno de los chicos encuestados en India: «La esperanza es algo que da inicio a cualquier cosa. Si tienes la esperanza de hacer algo, no existe la fuerza que pueda detenerte». Podemos utilizar este sentimiento para impulsar nuestras acciones y para poner a trabajar nuestra capacidad humana ilimitada de creatividad y colaboración con el objetivo de dar fin a la crisis y abogar por la protección y el respeto de los derechos de los niños y las niñas. Es posible dar fin a la crisis climática y de la desigualdad. Súmate a la Generación Esperanza.