Soledad GALIANA
BLOQUEO POLÍTICO EN. EL NORTE DE IRLANDA

El unionismo necesita una dosis de realidad desde Londres

Las que parecen inevitables elecciones en el norte de Irlanda no van a suponer una solución al bloqueo institucional, dado el frontal rechazo del unionismo a admitir el protocolo previsto en el acuerdo del Brexit con la UE junto a su incapacidad para aceptar que ya no es la voz cantante en el panorama político norirlandés.

(Paul FAITH | AFP)

La política norirlandesa se mantiene en un limbo de incertidumbre. Las negociaciones de última hora, que en muchos momentos han servido para salvar las instituciones de Belfast, no han funcionado en esta ocasión, quizás por un contexto político muy diferente, marcado por la inestabilidad política en el seno del Gobierno británico.

Aunque desde Londres aún no se ha ofrecido la fecha para una convocatoria de elecciones en el norte de Irlanda (se especula que el 15 de diciembre), estas se consideran inevitables ante la actual desidia del recién elegido primer ministro británico, Rishi Sunak.

Claramente, el unionismo es en gran parte responsable

de la situación en la que se encuentra el norte de Irlanda. Inicialmente, por confiar en que el Gobierno de Londres en manos de Boris Johnson defendería los intereses unionistas por encima del nacionalismo inglés que es el centro ideológico de la corriente conservadora que domina el partido y el Gobierno de Londres.

El DUP usó sus escaños en el Parlamento de Londres, que el entonces Gobierno de Theresa May necesitaba para tener una mayoría en la Cámara de los Comunes, para hasta en tres ocasiones vetar un acuerdo negociado por la entonces primera ministra, que hubiera situado tanto a Gran Bretaña como al norte de Irlanda dentro del mercado único europeo después del Brexit.

Cuando May dimitió a consecuencia de la rebelión encabezada por Johnson, y apoyada por los unionistas, el nuevo líder conservador y primer ministro no tardó en abandonar las aspiraciones unionistas de una salida de la UE que restableciera la frontera entre el norte y sur de Irlanda, para firmar un Acuerdo cercano a sus pretensiones aunque incluyera un protocolo especial para el norte Irlanda que, para asegurar el cumplimento de los acuerdos de paz, aseguraba la permanencia en el mercado único de los seis condados norirlandeses, creando de facto una barrera aduanera en el mar de Irlanda.

La farsa del protocolo se inició en aquellos momentos, inflamada por la actitud de Johnson, que no dudó en usar una posible suspensión del protocolo para extraer concesiones de Bruselas, pero sin nunca llegar a cumplir sus amenazas, para desesperación de los unionistas.

Otra de las claves en la situación política actual es que el DUP es incapaz

de aceptar que ya no lleva la voz cantante en el norte de Irlanda. Primero, desde el punto de vista electoral, ya se ven superados en número de votos por Sinn Féin. Al partido unionista se le escapan votos a partidos más progresistas, preparados para un compromiso de gobierno, por un lado, y a formaciones más intransigentes, opuestas al proceso de paz, por el otro. Al DUP, que incluye la palabra democrático en su nombre, la democracia solo le sirve en sus propios términos.

Hace dos semanas, durante el debate en la Cámara de los Lores sobre el proyecto de ley británico que plantea una revisión unilateral del Protocolo (y que se ha denunciado desde la Unión Europea como una violación de un acuerdo internacional), el ex ministro conservador Ken Clarke, ahora Lord Clarke, describió al DUP como autor del proyecto de ley y afirmó que el protocolo se estaba utilizando como excusa para no servir en un Ejecutivo de poder compartido bajo un liderazgo de Sinn Féin.

En su estrategia para obstaculizar el acuerdo

y presionar a Londres y Dublín, los unionistas han sumado la ayuda de elementos lealistas. Aunque durante años el DUP ha negado su asociación con elementos paramilitares lealistas, en las últimas semanas esa cercanía se ha hecho palpable en su asociación con Jamie Bryson, defensor acérrimo del grupo paramilitar UVF. Bryson asegura tener contacto semanal con el líder unionista Jeffrey Donaldson, con el que se le comenzó a asociar durante las protestas contra los controles aduaneros de productos británicos en los puertos norirlandeses en 2021.

Precisamente, una organización cercana a Bryson, la Coalición de Comunidades Lealistas (LCC), son los autores de una carta amenazante enviada a políticos norirlandeses en la que se advierte de «nefastas consecuencias» en caso de que se produzca una forma de autoridad conjunta para tapar el vacío de poder -algo que había pedido Sinn Féin y que se descarta desde la delegación de Gobierno británica- y advirtió de que «el Gobierno irlandés no debería visitar Irlanda del Norte mientras se mantenga el Protocolo».

Así pues, las elecciones poco o nada harán para solucionar los problemas del norte de Irlanda. La solución se encontraría en un declaración clara por parte del Gobierno británico que estableciera el apoyo de Londres a los términos del acuerdo de Viernes Santo y su compromiso de cumplir al pie de la letra con el Protocolo acordado con la UE. Esta es la dosis de realidad que el unionismo necesita para empezar a comprometerse con un futuro democrático para el norte de Irlanda.