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Sin noticias de Italia, Giorgia Meloni se enfrenta a su primera crisis migratoria

Un día después de que Italia defendiera su rechazo a acoger los barcos humanitarios que salvan migrantes en el Mediterráneo cerrando sus puertos, al menos cuatro embarcaciones, con más de un millar de personas rescatadas en la mar, siguen esperando permiso para desembarcar. Giorgia Meloni se enfrenta a su primera crisis migratoria.

La tripulación del Rise Above, de la Misión Lifeline, en pleno rescate en el Mediterráneo. (Sévérine KPOTI)

Más de un millar de personas rescatadas en el Mediterráneo por cuatro barcos humanitarios continúan a la espera, frente a las costas de Sicilia, de un puerto seguro para desembarcar. El nuevo Gobierno italiano ni siquiera responde, ha cerrado sus puertos y defiende su rechazo a las embarcaciones de salvamento, y la primera ministra, la ultraderechista Giorgia Meloni, que comparte la postura del exministro de Interior Matteo Salvini, se enfrenta a los defensores de los derechos humanos en su primera crisis migratoria.

«Salimos de puerto el día 2 y el día 3 ya estábamos rescatando. No había nadie para ayudar. Nadie». Así de contundente explica Marco Martínez, capitán del Rise Above, el pequeño barco de rescate de la Misión Lifeline, la soledad con la que su tripulación ha realizado tres rescates en 12 horas.

Los avisos llegaron por Navtex, sistema de transmisión y recepción automática de información sobre seguridad marítima, lo que los hace oficiales y accesibles para todo el mundo. «Pero allí no había nadie, ni libios ni tunecinos… nadie! -exclama sorprendido- Llegamos a tiempo porque encontramos tres barcas a la deriva que se estaban hundiendo y tuvimos mucha suerte porque los encontramos a todos y pudimos ayudarles».

Era la sexta misión con el Rise Above, pero Martínez lleva años capitaneando este tipo de barcos de rescate. Tras varios años a bordo del Open Arms y el Aita Mari, ahora trabaja para esta ONG alemana.

Su actual embarcación es de los años 60, muy pequeña y de madera. A sus nueve tripulantes voluntarios se suman las 95 personas rescatadas, entre las que hay 8 bebés, 34 menores y 34 mujeres, tres de ellas embarazadas.

Silencio y más silencio

«Exigimos puerto a Lampedusa, enviamos mails al Roma Control Center, pero Italia nunca contestó», dice. Cuando respondieron al teléfono les comunicaron que habían enviado su solicitud al recién estrenado ministro de Interior, Matteo Piantedosi. Sin embargo y pese a la urgencia de la llamada de auxilio, la respuesta fue una vez más el silencio, por lo que llamaron directamente a las autoridades de Lampedusa para solicitar puerto, y fueron remitidos a la Guardia Costera y, de ahí, al ministro de Interior. Y de nuevo un silencio que indica el cierre de los puertos italianos a los barcos de rescate.

Con un parte que anunciaba olas de hasta 5 metros, Martínez decidió dejar de esperar para poner rumbo a Sicilia en busca de algo de refugio ante la magnitud de la tormenta: «En estas condiciones no puedo garantizar la seguridad de la tripulación ni de las personas rescatadas a bordo».

Pero frente a las costas de Sicilia, además del de Lifeline, otros tres barcos de rescate esperan, en algún caso desde hace más de diez días, una autorización que no llega para poder entrar en puerto y desembarcar a las más de 1.000 personas que esperan en sus bodegas. El Geo Barents, de Médicos Sin Fronteras lleva 572 personas a bordo; el Humanity1, de SOS Humanity, a 179; y el Ocean Viking, de la SOS Mediterranée, a 234.

Apenas dos semanas después de jurar como primera ministra, la ultraderechista Giorgia Meloni afronta su primer pulso con defensores de los derechos humanos de varios países europeos. Una de sus medidas «estrella» era imponer un «bloqueo naval» a los migrantes en el Mediterráneo, realizando controles para evitar que embarcaciones con personas migrantes salieran de Libia hacia Italia. Cabe recordar que el exministro de interior, el también ultraderechista Matteo Salvini, fue procesado por imponer un bloqueo a los barcos de ONG.

Ahora, con los puertos cerrados, la tripulación del Rise Above aguarda con preocupación e incertidumbre el devenir de los próximos días: «La tripulación tiene la moral muy alta, pero solo nos queda capacidad para navegar cinco días aproximadamente y no se qué va a pasar», insiste Martínez. «Yo espero que esto termine pronto porque, si a mí no me dan una solución, me tendré que meter en el puerto, con permiso o sin él. Y es algo que no me hace ninguna gracia, porque tengo una hija. Pero lo que no puede ser es que ahora, con los fascistas en el poder, vayamos a dar un paso atrás».