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Unas elecciones cruciales para varios no-candidatos

Los resultados de los comicios de medio mandato de ayer, que se empezaron a conocer de madrugada en Euskal Herria, marcarán el futuro inmediato de EEUU. No solo en cuanto a las mayorías en la Cámara de Representantes y el Senado y a las relaciones entre la Casa Blanca y el Congreso en los próximos dos años, sino en la nueva carrera que culminará en las presidenciales de 2024.

Joe Biden se hace un selfie con un grupo de seguidores, durante el acto electoral del lunes en Bowie, Maryland. (Mandel NGAN | AFP)

Los comicios marcan el inicio de la segunda mitad del mandato del presidente, Joe Biden, o lo que es lo mismo, el disparo de salida para la carrera electoral hacia las presidenciales. Y tanto el inquilino de la Casa Blanca como Donald Trump mantienen -sin llegar a oficializarlo- que su intención es presentarse, aunque es evidente que, además de la edad, cada día acumulan más problemas políticos y judiciales para poder llegar en condiciones.

Sin mayoría demócrata en el Congreso, algo que las encuestas daban como probable, el mandato de Joe Biden no se vería afectado solo en su gestión presidencial. Sus posibilidades de repetir mandato o simplemente de ser candidato demócrata quedarían seriamente mermadas.

El historiador de la Universidad de Vanderbilt Thomas Alan Schwartz anticipaba que «nos dirigimos a un cambio generacional. Si los demócratas pierden estrepitosamente -adelantaba-, creo que veremos un impulso bastante fuerte para que Biden se aparte de la carrera de 2024».

CONTROL REPUBLICANO

Los republicanos ya han advertido de que, en caso de que controlen la Cámara de Representantes, actualmente con mayoría demócrata, una de sus primeras acciones será cancelar el Comité que investiga el asalto al Capitolio, cuyas revelaciones han resultado muy dañinas para los seguidores de Trump.

El columnista de “The Hill Niall Stanage” auguraba que con una presidencia republicana en la Cámara Baja «es prácticamente seguro que Biden, su Administra- ción y su familia, en particular su hijo Hunter, se enfrentarán a investigaciones dirigidas por el Partido Republicano».

Se descubran o no irregularidades en las posibles audiencias sobre los negocios del hijo de Biden en China, «esas investigaciones podrían ser personalmente muy embarazosas», y supondrían un importante desgaste político para un presidente con un índice de popularidad muy bajo.

Los republicanos también han mostrado su deseo de investigar las políticas migratorias de la Administración Biden, la retirada de Afganistán e, incluso, los orígenes de la pandemia en China. Si los republicanos lograran también la mayoría en el Senado -hoy están empatados y el voto de calidad de la vicepresidenta lo inclina del lado demócrata-, todo el Congreso estaría bajo su control.

La parálisis institucional podría llegar al punto de que los nombramientos del presidente para puestos judiciales claves o en las agencias gubernamentales llegaran a ser bloqueados.

Con las encuestas apuntando varios empates técnicos o diferencias mínimas, los republicanos podrían no arrasar o la derrota demócrata podría ser moderada, en términos asumibles para el partido azul: con ganar un senador demócrata tendrían la mayoría en la Cámara Alta.

Sería un resultado que hubieran firmado ayer mismo los líderes del partido, pese a perder la exigua mayoría que tienen en la Cámara de Representantes. Un resultado así, manteniendo el control del Senado, podría dar muchas alas a Biden para buscar un segundo mandato

En cualquier caso, la carrera para designar el o la candidata demócrata tiene más variables: el gobernador de California, Gavin Newsom, hace tiempo que insinúa su intención de postularse. Su reelección como gobernador se daba por segura. Aún así, Newsom ha llegado a publicar anuncios electorales en otros estados, una manera de darse a conocer y posicionarse para las primarias del Partido Demócrata.

Los resultados influirán en lo que ocurra en los próximos meses, pero está claro que la edad del presidente y sus bajos índices de popularidad abren mucho el juego para un posible reemplazo en el candidato a la Casa Blanca en 2024.

Con todo, la primera decisión corresponderá al propio Biden: en las pocas veces en las que un presidente en el cargo ha tenido que enfrentarse a la oposición dentro de su partido en unas primarias, el resultado ha sido desastroso: tanto John Ford, en 1980, como George Bush padre, en 1992, terminaron ganando sus primarias, pero la fragmentación mostrada dentro del partido supuso que ninguno de ellos consiguiera un segundo mandato, perdiendo las elecciones frente a Ronald Reagan y Bill Clinton, respectivamente.

Por ello, el Partido Demócrata deberá reflexionar internamente cuál es la mejor opción para 2024. Históricamente, los vicepresidentes han conseguido ser nominados candidatos presidenciales, pero los índices de popularidad de Kamala Harris no son mejores que los de Biden.

POSIBILIDADES DE TRUMP

El otro político que, sin ser candidato, se juega muchísimo en estos comicios, es el anterior inquilino de la Casa Blanca. Donald Trump se ha involucrado desde el principio en la campaña y su respaldo resultó crucial para que los candidatos que había elegido ganasen en sus respectivas primarias republicanas.

Ahora, llega el momento de la verdad para saber hasta dónde llega la influencia real del expresidente, algo que resultará determinante en las reflexiones de la propia formación acerca del candidato para las presidenciales de 2024.

Por de pronto, el magnate ha adelantado que el próximo martes, 15 de noviembre, hará un «anuncio importante». Las mayorías resultantes en las dos Cámaras del Congreso se antojaban cruciales para anticipar cuál será su anuncio, al igual que el resultado de los candidatos trumpistas en las contiendas más reñidas en un puñado de estados y distritos.

El televisivo cirujano Mehmet Oz empataba en Pensilvania en las encuestas con su contrincante demócrata, John Fetterman, y el escritor J. D. Vance (autor de la aclamada “Hillbily Elegy”, que Netflix llevó a la pantalla) también tenía posibilidades de ser senador por Ohio.

Para tener la mayoría en el Senado, Trump esperaba que sus candidatos en Georgia y Nevada lograran pintar de rojo republicano estos estados azul demócrata: en el primero, la estrella de fútbol americano Herschel Walker ha protagonizado varias polémicas, tras las acusaciones de dos de sus exparejas de que el candidato, furibundo opositor al aborto, les había pagado para que abortasen.

En Nevada, el candidato de origen vasco Adam Laxalt ha cerrado filas desde el principio con el ala más derechista del partido republicano y, con el apoyo de Trump, podría arrebatar el escaño a la actual senadora demócrata, Catherine Cortez Masto, a pesar de los millones de dólares invertidos por el partido de Biden para retener este estado en su bancada.

La atención estaba fijada también en la vecina Arizona, con la extremista Kari Lake posicionada para ser elegida gobernadora.

Trump esperaba las victorias de los suyos para volver a reivindicarse ante el Partido Republicano y salir al paso de los que, desde el Old Party, argumentan que el trumpismo atrae a cada vez menos gente y reclaman un enfoque menos beligerante.

El líder de la minoría republicana en el Senado, Mitch McConnell, uno de los principales enemigos internos de Trump, mostró su preocupación el pasado verano por la «calidad de los candidatos», en especial por el apoyo de Trump a perfiles tan controvertidos como el de Oz en Pensilvania, Walker en Georgia o Lake en Arizona.

Otra de las republicanas que seguro está prestando una atención especial a los resultados de los candidatos más trumpistas es sin duda Liz Cheney.

La congresista e hija del exvicepresidente Dick Cheney, convertida en la republicana más crítica con Trump (una de los dos únicos republicanos en el Comité que investiga el ataque al Capitolio del 6 de enero), quedó fuera de la carrera electoral al ser arrollada por la aspirante apoyada por Trump en las primarias de Wyoming.

Aunque los resultados de ayer no fueran totalmente satisfactorios para los republicanos, no parece que el partido vaya alejarse tanto de Trump como para acercarse a Cheney, pero, sin duda, resultaría una satisfacción para la aún congresista saber que su posición no es tan minoritaria.

LA OPCIÓN DE DESANTIS

Florida ha sido durante mucho tiempo un estado bisagra que fluctuaba en cada elección y aseguraba la Presidencia al ganador en sus elecciones. Sin embargo, en los últimos años el voto se ha derechizado, lo que ha servido, entre otras cosas, para observar cómo la fidelidad de la población latina hacia el Partido Demócrata se está debilitando (a diferencia del voto afroamericano) tanto en este estado como en Texas.

El gobernador, Ron DeSantis, apenas ganó con un punto de diferencia hace cuatro años. En 2020, Florida votó a favor de Trump que superó a Biden por tres puntos. Ayer, nadie dudaba de una holgada victoria republicana.

El más que probable triunfo de DeSantis reforzará su imagen de ser el único republicano con posibilidades de derrotar a Trump para la nominación presidencial de 2024. Si se confirman las encuestas que le dan un margen más de 10 puntos de diferencia al actual gobernador, DeSantis podrá mostrarse como el político que logró que uno de los principales campos de batalla se convirtiera en feudo republicano.

Los partidarios de DeSantis sostienen que comparte muchos de los instintos populistas de derecha de Trump (el propio Joe Biden definió a DeSantis como «Trump reencarnado»), pero sin la estridencia del expresidente, que ha resultado contraproducente más de una vez para el propio Partido Republicano. «Para muchos votantes, DeSantis ofrece todas las ventajas de Trump: una agenda conservadora populista y un espíritu de lucha audaz, sin las desventajas, como las peleas en Twitter a las 3 de la madrugada con un final mediocre», describía la analista Kristin Tate.

«La ventaja más significativa de DeSantis es que se encuentra en una posición de poder que le permite mostrar constantemente sus habilidades como líder y aumentar su reconocimiento a nivel nacional», aseguraba.

Las encuestas siguen mostrando a Donald Trump como favorito, pero Ron DeSantis se le acerca peligrosamente, y cada día que el gobernador de Florida muestra su liderazgo derechista en los medios, mientras Trump permanece desempleado, se refuerzan las perspectivas de DeSantis para liderar la candidatura republicana a la Casa Blanca.