Xole ARAMENDI
DONOSTIA

Garry Winogrand captó en sus fotos la liberación de la mujer en los 60-70

Cogía su cámara y captaba la pulsión de la calle. Compulsivamente. En las décadas de los 60 y 70 puso el foco sobre la mujer, protagonista de su propia revolución. Bajo el título “Women are Beatiful”, el Museo San Telmo exhibe 85 imágenes realizadas por Garry Winogrand (1928-1984), pertenecientes a la colección de la donostiarra Lola Garrido. La muestra abrirá hoy sus puertas y permanecerá abierta hasta el 29 de enero de 2023.

Lola Garrido, en el centro, junto a Jaime Otamendi y Susana Soto.
Lola Garrido, en el centro, junto a Jaime Otamendi y Susana Soto. (Jon URBE | FOKU)

Garry Winogrand está considerado como uno de los grandes renovadores de la fotografía norteamericana del siglo XX. Influenciado por autores como Robert Frank, y en una época en la que los fotógrafos pusieron el foco en la realidad cotidiana, Winogrand abrió nuevas sendas en la llamada Street Photography.

Mujeres comiendo un helado, tumbadas leyendo bajo un árbol del parque, fumando, bailando o reivindicando el derecho al aborto en una manifestación. Winogrand convirtió a todas ellas en protagonistas de su prolífica obra. Los retratos femeninos, realizados en blanco y negro, reflejan la emancipación de la mujer y su nuevo papel en la sociedad.

La serie fue llevada a cabo entre 1960 y 1975. Fue John Szarkowski, comisario del Museo de Arte Moderno de Nueva York, quien las seleccionó para la monografía que editaron con motivo de una exposición.

La coleccionista donostiarra Lola Garrido -ofrecerá una conferencia el 20 de diciembre- compró la serie en una subasta en 1994. «Pensé que una colección de mujer tiene que tener colección de mujeres», explicó ayer.

«En aquella época, las mujeres empezaron a salir a las calles como les daba la gana. Se quitaban el sujetador, se tumbaban en el parque… era la Segunda Ola del Feminismo y fue la verdadera liberación de la mujer, que consiste en hacer aquello que deseas, no lo que debes», recalcó ayer. En la presentación estuvo acompañada por la directora de San Telmo, Susana Soto, y el director de Donostia Kultura, Jaime Otamendi.

«Me gustaba muchísimo su obra y la compré en Los Ángeles. La tuve allí durante seis meses sin recogerla -confesó en la presentación de la muestra-. Cuando la traje, la abrí y me acuerdo que una amiga mía me dijo: ‘Están todas mal hechas’. ‘No piensan lo mismo en el MOMA’, le respondí, porque ha estado expuesta tres veces allí. Winogrand ha marcado la fotografía contemporánea con su obra, cercana al Realismo Sucio de la literatura, y que algunos consideran mal hecha».

«Su profesión, su vida»

Se estima que Winogrand realizó cerca de 50.000 fotografías. «Era bulímico e hipertiroideo, como yo, y disparaba y disparaba sin cesar», contó. Ayudado por un gran angular montado sobre una Leica, el fotógrafo de origen judío educado en el Bronx, «esperaba el suceso». «Todas sus fotos son novelas americanas, me encantan los ángulos que utiliza», relató la coleccionista en la visita realizada a la muestra.

«Hizo de su profesión su vida, trabajaba día y noche. Era un hombre muy preparado: dio clases en la Universidad de Harvard, pero lo que de verdad le gustaba era la calle. Le llamaban el ‘Príncipe de las Calles’. Su vida familiar no debió de ser fácil para su mujer, sí para él. Falleció de cáncer a los 56 años», manifestó.

A Winogrand no le interesaba la edición. «Tenía una obra de tal volumen que no le gustaba editar. Buscaba la distorsión de lo uniforme; buscaba algo que a Cartier Bresson le hubiese horrorizado», dijo Garrido.