Mikel INSAUSTI
CRÍTICA: «ARMAGEDDON TIME»

James Gray imparte una Master Class de cine

Por muchas y variadas razones, de la generación a la que también pertenecen Richard Linklater o Paul Thomas Anderson, mi cineasta preferido es James Gray. “Armageddon Time” (2022) es su obra culminante, aquella que concentra sus obsesiones desgranadas a lo largo de una filmografía magistral, y que siempre están ahí de forma autoral independientemente del género que toque. Al principio fue la trilogía de cine negro, luego vinieron “Two Lovers” (2008) y “El sueño. El nexo común de todos estos variados títulos sería el de las relaciones familiares, tema que cristaliza en este su octavo largometraje, tanto en cuanto nos habla de los suyos, de sus hermanos, del padre, de la madre o del abuelo.

Es, precisamente, ese abuelo encarnado por Anthon Hopkins el que le conecta con sus raíces ucranianas, cuando le cuenta como huyo del nazismo. Por lo demás podría tratarse del tipo de familia judía bulliciosa que ha solido describir Woody Allen, lo que en lo tocante al protagonista varía, puesto que James Gray se está autoretratando.

Y la vida que describe en el Queens de 1980, desde el punto de vista del escolar Paul se asemeja más a la rebeldía generacional típicamente coppoliana. Gray conecta sus recuerdos particulares con la memoria colectiva estadounidense, la de una sociedad dividida por el racismo y el clasismo, tal como expresa la oposición experimentada en primera persona entre la escuela pública y la privada, ya que acabó en un colegio propiedad de los Trump. La profecía catastrofista de Ronald Reagan resuena amenazante, al compás de la versión que The Clash hicieron del dub jamaicano de Willie Williams.