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PEKÍN

Persisten las protestas en China pese al llamamiento general a la represión

Las tensiones persisten en China con nuevos enfrentamientos entre manifestantes y Policía pese al llamamiento a la represión lanzado por el PCCh para someter al movimiento contra la política Covid Cero y que se ha convertido en una demanda de libertad de expresión y política y de denuncia del régimen.

Protesta en Pekín contra las medidas de «covid cero».
Protesta en Pekín contra las medidas de «covid cero». (Noel CELIS | AFP)

Pese a que la Comisión de Asuntos Políticos y Jurídicos del PCCh, que supervisa a las Fuerzas de Seguridad, instara el martes a «reprimir sin contemplaciones, conforme a le ley, las acciones criminales que buscan horadar el orden social y proteger con determinación la estabilidad social», la noche del martes al miércoles fue escenario de nuevas protestas en la ciudad de Guangzhou (Cantón, sureste).

Testimonios y vídeos publicados en redes sociales y autentificados por la agencia AFP hablan y muestran imágenes de policías vestidos de blanco y con material antidisturbios avanzando en fila en una calle del distrito de Haizhu, mientras reciben el impacto de objetos de vidrio lanzados por manifestantes.

Testigos denuncian más de una docena de detenidos en el distrito, donde viven 1.8 millones de personas, y que está confinado desde finales de octubre por un brote de covid.

La fuerte presencia policial parece haber impedido nuevas protestas en Pekín y en Shanghai, pero se han reproducido en los últimos días en otras ciudades como Hangzhou, a 170 kilómetros al sudoeste de Shanghai, e incluso en la ya baqueteada Hong Kong.

Superioridad cuestionada

El cierre total del país desde el inicio de la pandemia, y por el que ha reducido la cifra de muertos a poco más de 5.000, dio alas a los que desde el interior y el exterior de China, alardeaban de su superioridad.

La llegada de ómicron en enero de 2022 lo cambió todo.

Pese a que se logró contener ese brote e incluso celebrar los Juegos Olímpicos de Invierno en Pekín, la primavera atestiguó grandes repuntes en varias ciudades, entre ellas Shanghai.

Ante la contagiosidad de ómicron y para detectar brotes rápidamente, las ciudades instauraron pruebas PCR rutinarias hasta hoy día: toda la población debe realizar varias cada semana para acceder a cualquier lugar público, causando en ocasiones largas colas en las cabinas de tests.

Asimismo, el rápido aumento de casos ha puesto en jaque el aislamiento de infectados y sus contactos cercanos: cuando los hospitales y hoteles no dan abasto, ciudades de toda China han recurrido a construcciones improvisadas donde los confinados se hacinan, en algunos casos, en pésimas condiciones.

Los viajes dentro del país se hicieron también más engorrosos por las diferentes políticas y aplicaciones de rastreo de cada localidad.

En ocasiones, los hospitales han denegado el acceso de pacientes que no contaban con una prueba PCR negativa, causando por ejemplo los abortos de dos mujeres embarazadas en Xian (centro), algo que enfureció a la opinión pública.

En setiembre, 27 personas murieron en el accidente de un autobús que iba de madrugada a un centro de cuarentena, lo que puso en duda entre la sociedad la necesidad de los traslados masivos de contagiados o contactos cercanos a instalaciones de aislamiento.

La gota que colmó el vaso fue la muerte de 10 personas en el incendio en un edificio en Urumqi (noroeste). Pese a que las autoridades desmintieron que las puertas estuviesen bloqueadas, ha sido común estos dos años que se coloquen tablones de madera o bloqueos en las puertas de las viviendas confinadas.

La OTAN quiere sortear los suministros chinos

Aunque afirmaron que no ven a China como un «adversario», los ministros de Exteriores de la OTAN consideran que su régimen autoritario y su fuerte inversión en tecnología y defensa suponen un «reto» para la seguridad atlantista. La etiqueta de «desafío» ya se la pusieron a China los líderes aliados en su cumbre de Madrid en junio pasado, en concreto en el nuevo Concepto Estratégico, la estrategia que guiará sus políticas para la próxima década, en el que sí catalogaron a Rusia claramente como «amenaza». Después, la etiqueta ha sido reiterada por cada uno de ellos cada vez que se referían a la potencia asiática. Ayer, en el segundo día de la cumbre celebrada en Bucarest, abordaron cómo superar la dependencia de China en materia de cadena de suministros y cómo pasar de las etiquetas a hechos que hagan frente a ese «desafío».

«No vemos a China como un adversario. Seguiremos dialogando con China cuando nos interese, sobre todo para transmitir nuestra posición unida sobre la guerra ilegal de Rusia en Ucrania», indicó el secretario general de la Alianza, Jens Stoltenberg, al término de la cumbre. Stoltenberg explicó que los ministros abordaron «los ambiciosos desarrollos militares de China, sus avances tecnológicos y sus crecientes actividades cibernéticas e híbridas». «La guerra de Ucrania ha demostrado nuestra peligrosa dependencia del gas ruso. Esto también debería llevarnos a evaluar nuestras dependencias de otros regímenes autoritarios, entre ellos China, para nuestros suministros, cadenas, tecnología o infraestructuras», advirtió. En cualquier caso, dio por sentado que los aliados «continuaremos comerciando con China», pero pidió «ser conscientes de las dependencias, reducir nuestras vulnerabilidades y gestionar los riesgos».

Por su parte, el secretario de Estado de EEUU, Antony Blinken, aseguró que su país quiere «evitar el conflicto con China» pero busca el apoyo de sus aliados para filtrar las inversiones chinas o coordinar las exportaciones, sobre todo de tecnología. GARA

ASTEBURUARI BEGIRA, PROTESTAK EZ DIRA GUZTIZ ETEN

Joan den asteburuan piztu zen matxinadak mundua osoa, tartean Txinako agintariak, ezustean harrapatu bazituen ere, gauza jakina zen astean zehar protestak ahultzen joango zirela, are gehiago poliziak hiri handietako kaleak hartu dituenean eta Alderdi Komunistak manifestazioak erreprimitzeko deia egin duenean.

Asteburu honetan ikusiko da matxinadak berean jarraitzen duen ala ez. Gobernua konfinamenduak arintzen hasi da, bide batez jendearen haserrea baretuko den esperantzarekin