Mikel INSAUSTI
DONOSTIA
CRÍTICA: «NOSTALGIA»

El barrio napolitano de Rione Sanità sigue igual

En su cine Mario Martone actúa como receptor de la cultura napolitana, que ha ido recogiendo a lo largo de sus películas. Ya en sus comienzos adaptó la novela de Elena Ferrante “L’amore molesto” (1995) en un tercer largometraje presentado en Cannes, y cuyo argumento guarda muchas conexiones con el de su última realización, seleccionada por Italia para el Óscar Internacional. Otro claro precedente de “Nostalgia” (2022) es su adaptación de la obra del gran Eduardo De Filippo “Il sindaco de Rione Sanità” (2019), ambientada en el mismo barrio que ya estaba en el título. Y no acaba ahí la cosa, porque en su reciente “Qui rido io” (2021) dirigía a Toni Servillo en un biopic de Eduardo Scarpetta, el padre de De Filippo. En su nuevo trabajo se basa en la novela póstuma de Ermanno Rea, fallecido hace seis años, donde lo napolitano nunca ha estado tan ligado al sentimiento nostálgico que consume por dentro al protagonista.

El Nápoles que se encuentra a su vuelta a casa un Pierfrancesco Favino le recuerda demasiado al de su juventud, al comprobar que, aunque ya no domina el dialecto local, Rione Sanità no ha cambiado tanto. En cuarenta años en el extranjero, prosperando con negocios en El Cairo, ha tenido tiempo de olvidarse de las penalidades que pasó en su tierra natal, pero no. Hay algo en esa ciudad que te atrapa, por más que el turista vaya diciendo que sus callejuelas son sucias y ruidosas. Este hijo pródigo siente que su destino está ligado a los orígenes napolitanos, aunque ello suponga un paso atrás en su vida. De nada sirven los consejos del sacerdote que trata de sacar a la juventud del barrio de la violencia y de la pobreza, porque nuestro Ulises necesita enfrentarse a su pasado, representado por el viejo amigo que ahora es un jefe de la Camorra, un mafioso cuya relación no le puede traer nada bueno.