A medianoche del sábado, Croacia se despidió de su moneda, la kuna, para convertirse en el vigésimo miembro de la zona euro. Al mismo tiempo, se convierte en el Estado número 27 en unirse al espacio Schengen,en el que más de 400 millones de personas pueden viajar libremente sin controles fronterizos internos.

Para el diario “Vecernji List”, estos dos eventos son el «logro supremo de la adhesión de Croacia a la UE», un recorrido privilegiado frente. otros países vecinos.

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen, los celebró ayer en la plaza Ban Jelacic de Zagreb tomando un café que pagó en euros el primer ministro croata, Andrej Plenkovic. La moneda europea convivirá con la kuna durante dos semanas.

Los líderes croatas defienden que sus 3,9 millones de compatriotas se beneficiarán de la protección de la economía croata ante una inflación galopante (13,5% en noviembre), una grave crisis energética y la inseguridad geopolítica.

Sin embargo, el cambio inspira desconfianza entre la población. En abril hasta el 42% de los croatas se mostraba en contra del euro y muchos temen el aumento de precios que provocará. En los últimos días, los clientes han hecho fila frente a bancos y cajeros automáticos para retirar efectivo, por temor a problemas de liquidez. Con todo, el cambio no será radical. Hace décadas que todo se calcula en euros, moneda en la que ya se registra el 80% de los depósitos bancarios; sus principales socios económicos están en la zona euro y el turismo, que constituye el 20% de su PIB, cuenta con gran clientela europea.

Se espera que la entrada en la zona Schengen dé además un nuevo impulso a este sector. Es la primera ampliación en once años de esta alianza constituida en 1985. Ayer cerraron 73 puestos fronterizos. En aeropuertos, el cambio se producirá el 26 de marzo, por motivos técnicos. La situación en las fronteras con sus vecinos no pertenecientes a la UE -Bosnia, Montenegro y Serbia- apenas cambiará. Y mientras se abre a la llegada de más turistas, Croacia mantendrá la tarea de reprimir la inmigración a la UE en una frontera de más de 1.350 km de longitud.

Recesión tras dos años del Brexit que vendió prosperidad

Los brexiters prometieron un futuro más próspero en un país liberado del control del bloque comunitario, pero en vísperas del segundo aniversario de la salida oficial de Gran Bretaña de la UE, navega en el caos político y las sombras económicas. Gran Bretaña cierra el año con tres cambios de primer ministro tras el partygate de Boris Johnson y el desastre del plan fiscal ultraliberal de Liz Truss. Con la inflación en el nivel más alto en 40 años, la deuda disparada, la libra, de capa caída, y el anuncio de una larga recesión, el Brexit es el principal sospechoso. El 77% de las empresas británicas admiten que no les ha beneficiado. Londres busca crecimiento tras haber levantado barreras con sus socios más cercanos, con los que ha reducido el comercio un 15%. A ello se suma la peor situación política en una generación en el norte de Irlanda, donde Londres intenta incumplir el protocolo con la UE.GARA