Alessandro RUTA
DETENIDO EN PALERMO EL CAPO DE COSA NOSTRA

MESSINA DENARO; FIN DE CARRERA PARA OTRO JEFE DE LA MAFIA

Matteo Messina Denaro fue detenido en Palermo, donde se estaba tratando de un cáncer, exactamente 30 años después de la detención del anterior capo de la Cosa Nostra, Salvatore Riina. Meloni habla de «victoria del Estado», pero ¿realmente algo va a cambiar?

Fotograma de un vídeo de los Carabineri del momento de la detención de Matteo Messina Denaro.
Fotograma de un vídeo de los Carabineri del momento de la detención de Matteo Messina Denaro. (AFP | AFP)

Matteo, como un evangelista; Messina, como una ciudad; Denaro, «dinero» en italiano. Parece un nombre artístico, y sin duda lo es para el capo de la mafia siciliana. Tras unas cuantas décadas de búsqueda, ha sido detenido en Palermo, en una clínica privada.

La Cosa Nostra ya no tiene jefes, gracias a la operación conjunta de Policía y Carabinieri. Matteo Messina Denaro pronto ha visto que no tenía opción de fuga. Se llena así un hueco muy grande en el álbum de cromos de los jefes de la mafia, aunque esta definición, «capo de la Cosa Nostra», resulte bastante anacrónica. No porque no existan los mafiosi, todo lo contrario, sino porque este rol parece más incorpóreo que real.

O sea, se acerca más al marqués de Carabás de “El gato con botas”, cuando el animal amenaza así a los campesinos: «En cuanto pase el rey, decirle que todos estos campos son del marqués de Carabás». Un noble que no existe, solo es el nombre que el gato ha inventado para fortalecer la figura de su dueño, que no sabe nada de esto.

La mafia es, en realidad, una forma de ser y de actuar por parte de una cooperativa de criminales, muchos insospechados. Tiene miles de ramificaciones que hacen cada vez más inverosímil que exista una única cabeza. Esto lo confirman las toneladas de sumarios judiciales.

Desgraciadamente la Cosa Nostra va a seguir, como lleva haciendo décadas, de manera mas o menos oculta, insertada en sectores vitales de la sociedad. Uno de los últimos casos ha sido ni más ni menos que el pádel, este deporte tan de moda, en el que la mafia siciliana se ha puesto manos a la obra invirtiendo en clubes privados del norte.

Y ver a Matteo Messina Denaro en la cárcel no será el punto de inflexión. Se necesitaría algo mucho más concreto y, sobre todo, generalizado, porque cabe recordar que en el «campeonato» de las mafias la Cosa Nostra es solamente una: también «participan» la Camorra napolitana, la Ndrangheta calabresa y la Sacra Corona Unita de Puglia.

Según algunos estudios recientes, el dinero que mueven las mafias solamente en el sector agroalimentario es una barbaridad: 24.000 millones de euros, tanto como el PIB de un Estado de tamaño medio de África. El global italiano ha sido de casi 3 billones en 2022, por lo que, como mínimo, el 1% de la producción italiana está controlado por las mafias, y eso teniendo en cuenta solo el sector agroalimentario.

Sin embargo, a la vez, es evidente que ver a Matteo Messina Denaro -con sus 62 años, un gorro de lana blanca, gafas y un aspecto normal- capturado y encarcelado es un golpe a la Cosa Nostra como debieron serlo las anteriores detenciones.

increíble coincidencia

Exactamente hace tres décadas, el 15 de enero de 1993, era detenido Salvatore Riina, -Totò u Curtu, porque era pequeñito-, el anterior capo de la Cosa Nostra. Luego llegaría otro super-boss, Bernardo Provenzano, llamado Binnu u Tratturi (el tractor). A Riina no lo pillaron en una clínica privada, sino en el lugar donde estaba escondido. Nadie controlaría luego aquella guarida, pero ese es otro asunto.

U Curtu era el jefe de la mafia de Corleone, ciudad cerca de Palermo. Desde allí, en la ficción, llegó a Nueva York el jovencito Vito Andolini, registrado por las autoridades estadounidenses como Vito Corleone, “El Padrino” de las películas. La mafia de los bigotes y de las cabezas de caballo cortadas, muy distinta de la de hoy.

Impresiona la coincidencia entre las dos capturas. Messina Denaro era uno de los jóvenes lugartenientes de Totó Riina y Binnu Provenzano, este último detenido en 2006 durante el escrutinio de los votos de las elecciones generales, ganados por un pelo por la izquierda. Lo encontraron en un caserío mientras preparaba ricotta, el típico queso dulce siciliano, y se comunicaba con sus adeptos a través de minúsculos trozos de papel, que en dialecto palermitano se llamaban pizzini, palabra que pasó a ser luego de uso común.

Riina era feroz, metía miedo, como un actor teatral. Su especialidad eran las «venganzas transversales» contra las familias de quienes se habían arrepentido y querían dejar la «honrada sociedad». Matar primos, suegros, cuñados e hijos para lanzar avisos. Fue también responsable de los atentados en los que murieron los jueces Giovanni Falcone y Paolo Borsellino en 1992, los únicos que habían conseguido frenarle, y de la muerte de Salvo Lima, senador de la Democrazia Cristiana que era prácticamente cónsul en Sicilia del partido más influyente.

Por contra, de Messina Denaro no había ninguna referencia audiovisual excepto un par de viejas fotos y mensajes grabados donde, literalmente, se mostraba excitado por «la salida a la venta de la nueva versión del videojuego Donkey Kong». El apodo de Messina Denaro, de hecho, era Diabolik, como un personaje superconocido de cómic, el ladrón inatrapable. Irónicamente, en el hospital MMD estaba registrado como señor Bonafede, que no solo es «buena fe», sino también el anterior apellido del ministro de Justicia, peso pesado del Movimiento Cinco Estrellas.

Cui prodest? Es decir, ¿a quién sirve dar esta imagen ridiculizante del máximo jefe de la Cosa Nostra, cuya búsqueda se ha alargado 30 años? Todavía falta mucho para que el Estado pueda ganar su batalla, como dice Giorgia Meloni, que celebró este éxito a pocos días de su primera gran crisis por el precio de la gasolina. Esta, también, otra casualidad.