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PROTESTAS ANTIGUBERNAMENTALES EN PERÚ

El fuego que apagó la protesta

El Gobierno de Dina Boluarte se atrinchera ante la crisis abierta por la destitución del presidente Pedro Castillo, que ha sacado a las calles a miles de personas que piden la renuncia de la mandataria, el cierre del Congreso y convocatoria inmediata de elecciones. La «toma de Lima» concluyó con graves disturbios, pero no se acallan las protestas.

Dos tanquetas de Ejército y un policía, durante los disturbio en Lima. (Mauricio MORALES)

En la tarde del jueves, cuando ya había comenzado la represión policial que impedía a los manifestantes avanzar por la avenida Abancay de Lima, comenzó un incendio en uno de los edificios que colindan con la plaza San Martín, en el centro de la capital de Perú.

El dueño de uno de los negocios que operaban en el edificio declaró a medios locales que el fuego lo causó un bote de gas lacrimógeno lanzado por la Policía al techo del inmueble. Lo cierto es que durante horas los bomberos trabajaron en la extinción del fuego sin que lograran sofocar las llamas debido a que en el lugar no había agua, según una fuente policial. El edificio ardió hasta bien entrada la noche y las protestas en las calles se fueron apagando.

Miles de manifestantes habían llegado en los últimos días a Lima, desde regiones como Puno, Ayacucho, Apurímac, Vraem y otras tantas de las regiones del centro y sur del país. Regiones históricamente olvidadas de mayoría indígena: quechua y aimara.

Muchos de ellos fueron acogidos por algunos estudiantes de la Universidad Nacional San Marcos, la más antigua de Suramérica, donde reciben donaciones de víveres y tienen un lugar para quedarse. Porque, como asegura un manifestante que no quiere revelar su nombre por motivos de seguridad, «nos quedaremos hasta la victoria».

Fue en la región de Puno, en el pueblo de Juliaca, donde la represión policial mató en un solo día - 9 de enero- a 19 personas. Estas se sumaron a los diez manifestantes muertos -entre ellos un adolescente de 15 años- en Ayacucho el 15 de diciembre. La cifra sigue aumentado y ya son más de 55 las víctimas mortales desde que comenzaron las protestas el 7 de diciembre, incluido un policía que murió quemado en su coche patrulla en Puno.

la marcha

Uno de los grupos más grandes de manifestantes salió de la Universidad Nacional San Marcos, cuya rectora del claustro pidió a la Policía que interviniera para desalojar a las personas acogidas por los estudiantes.

Por la mañana un millar de agentes llegó al exterior de la universidad, donde realizaron un despliegue de fuerza, para retirarse una hora después.

Pasado el mediodía, los manifestantes salieron por la avenida colonial rumbo al centro de Lima. Algunos habitantes de la capital aplaudían a su paso, otros solo miraban y grababan con sus móviles y algunos más les gritaban «terrucos», como se les llamaba a los «terroristas» cuando Sendero Luminoso estaba activo.

La marcha avanzó con calma coreando “Dina renuncia, Dina asesina” mientras recorría las calles. Llegó a la plaza Dos de Mayo, donde confluyeron varios grupos que se dirigieron luego a la plaza San Martín.

De allí, los manifestantes se dirigieron por la avenida Abancay rumbo al Congreso, cuyo cierre reclaman. La Policía y varias tanquetas del Ejército les cortaron el paso.

El lanzamiento de gases lacrimógenos para dispersarlos fue respondido por los manifestantes con el lanzamiento de piedras y palos, y la Policía replicó con disparos de perdigones y de balas de goma.

No se informó de ningún fallecido ni se empleó munición real, pero hubo numerosos heridos por impacto de perdigones y con síntomas de asfixia a consecuencia de los gases lacrimógenos.

Poco a poco los manifestantes se fueron dispersando por distintas calles del centro de Lima. Cuando las llamas y el humo del edificio se empezaban a ver, muchos comenzaron a retirarse. Las calles aledañas al Congreso estaban cerradas y militarizadas.

A las 21:00 (madrugada en Euskal Herria), Dina Boularte se dirigió por televisión a un país cada vez más dividido para señalar que «los actos de violencia en diciembre y enero no quedarán impunes, el Gobierno actuará en el marco de la Constitución».

Muchos manifestantes decidieron quedarse en Lima, donde tenían previsto volver a movilizarse ayer, mientras las protestas siguen en las otras regiones y siguen matando manifestantes. El último, el que elevó la cifra a 55, falleció en los enfrentamientos en el puente Añashuayco, en el norte de la ciudad de Arequipa.

Boluarte extendió el estado de emergencia a los departamentos de Amazonas, La Libertad y Tacna, que se suman al declarado días antes en Lima, Callao, Cuzco y Puno, mientras la crisis se afianza en el país y el Gobierno se atrinchera.