Ingo NIEBEL
CONFERENCIA ANUAL DE SEGURIDAD DE MUNICH

Entre la inercia de la guerra y los incipientes anhelos de paz

En la Conferencia de Seguridad de Munich, los gobiernos de Kiev, Berlín y París se reafirman en su postura contra Rusia, Washington mantiene la puerta abierta a negociaciones con Moscú, los países del hemisferio del sur hacen caso omiso a los del norte, y al margen, despuntan voces que llaman a intentar un proceso de paz que no arrincone al gigante euroasiático.

 

(Thomas KIENZLE | AFP)

La 59ª edición de la anual Conferencia de Seguridad de Munich (MSC, por sus siglas en inglés), que acaba hoy, se inauguró el pasado viernes con varias novedades. El que fuera asesor en política Exterior y de Defensa de la canciller Angela Merkel, Christoph Heusgen, debutó como presidente. Como tal decretó que por primera vez no se invitara a Rusia «para no dar ninguna tribuna a la propaganda de guerra rusa». Por la misma razón excluyó a la ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD). Aun así, la MSC subraya que sigue en vigor su regla principal de «participa e interactúa: No des lecciones ni ignores a los otros».

A la cita han acudido unos 40 jefes de Gobierno y 83 ministros de Defensa y de Exteriores. El resto de los 700 participantes provienen del mundo empresarial, económico y político. Un millar de periodistas se han acreditado para informar sobre el evento, que sirve para debatir y que no suele concluir con acuerdos.

La MSC se había ofrecido hasta ahora como un espacio de encuentros informales en los pasillos o habitaciones del lujoso hotel Bayerischer Hof. Tal vez en 2022 se podría haber evitado la invasión rusa de Ucrania, si el ministro de Exterior Serguey Lavróv hubiera acudido a la capital bávara. Decidió no acudir pese a que Rusia sí estaba invitada.

Entonces, el presidente ucraniano, Volodimir Zelensky, habló en persona. El viernes pasado se pronunció por video. Dado que la MSC anunció su intervención bajo el título “El David del Dnipro”, -el río que separa las tropas ucranianas de las rusas-, el mandatario se refirió varias veces a este símil bíblico en su discurso. Subrayó que «no hay otra alternativa: Ucrania ha de ganar. No hay alternativa a que Ucrania vaya a ser miembro de la UE y de la OTAN», insistió.

Al margen de este espinoso tema, el presidente francés Emmanuel Macron se mostró igual de beligerante con su homólogo ruso Vladimir Putin: «Rusia no puede ni debe ganar esta guerra y el ataque de Rusia debe fracasar».

El canciller alemán, Olaf Scholz, en un discurso que estaba obviamente sintonizado con el de Zelensky, pidió acelerar las entregas de armas, ante todo la de los tanques Leopard. Berlín ve que sus socios no entregan los carros de combate que han prometido. Lanzó el mensaje a Putin de que «estamos dispuestos a apoyar a Ucrania durante mucho tiempo».

Sin embargo, Alemania y sus socios se hallan ante el problema estratégico de que no pueden abastecer a Ucrania con suficiente munición, especialmente con aquella que necesita para su artillería de producción soviética.

La situación se complica por la poco sintonía entre Berlín y París, que se hizo otra vez patente en Munich: Scholz abandonó la sala cuando Macrón se dirigió al público; el francés se había ausentado cuando el alemán hablaba.

Mientras tanto, al menos los demócratas estadounidenses parecen tener claro lo que quieren conseguir en Ucrania. Su representante Adam Smith dijo al diario alemán FAZ: «Hemos de hablar con Ucrania sobre un orden de paz aceptable. (...) Creo que hay que demostrar a Rusia que no puede lograr sus objetivos en Ucrania. Si Ucrania puede recuperar aún más territorio, eso obligaría a Rusia a sentarse a la mesa de negociaciones», añadió. Smith ve poco probable que Ucrania recupere Crimea.

Que la MSC es un evento del Norte se vio cuando Macrón reconoció que Occidente había perdido al Sur. De hecho, en estos días Rusia participa en una maniobra naval con Sudáfrica y China en el Pacífico Indio. Durante la visita oficial de Scholz a Brasil, el presidente Lula da Silva se negó a alinearse contra Rusia, ofreciendo su mediación en el conflicto con Ucrania. La misma experiencia tuvo la ministro de Exteriores, Annalena Baerbock, en su encuentro con la Unión de Estados Africanos.

Al margen de la política del Gobierno de Scholz, quizás esté naciendo un nuevo movimiento de paz.

Por un lado, el filósofo Jürgen Habermas ve a Occidente obligado a emprender «iniciativas propias de negociaciones», sin depender de Ucrania. En su artículo “Guerra e indignación”, aboga por mantener el envío de armas para «una solución de compromiso que no deje a la parte rusa ganar más terreno que el que tenía antes de la guerra y que sí le permitiría salvar la cara».

Por otro lado, medio millón de personas ha firmado el “Manifiesto para la paz” formulado por la veterana feminista Alice Schwarzer y la diputada del partido socialista Die Linke (La Izquierda), Sahra Wagenknecht. Llaman a acudir a manifestarse el 25 de febrero en Berlín. A su tren quieren subirse la AfD y otros grupos ultraderechistas. Las dos impulsoras mantienen la manifestación abierta para «todos los que quieren la paz», pero llaman a que en ella no se porten consignas políticas.