Cinco hombres de entre 22 y 29 años y otro de 49 años murieron ayer en una nueva incursión militar israelí en el campamento de refugiados de Jenin, en el norte de Cisjordania, en otro episodio de la escalada de violencia contra activistas y población palestina en general.

Lejos de la «desescalada» a la que supuestamente se había comprometido en febrero, Israel ha aumentado el nivel de sus ataques bien con soldados o con colonos, como en el caso del pogromo de Huwara, entre llamamientos de sus ministros a la «eliminación» de esta localidad.

En la redada de ayer en Jenin, las tropas lanzaron dos cohetes contra un edificio del campo de refugiados que tenían sitado y donde se escondían sospechosos palestinos a los que aseguraron querían arrestar. El Ministerio de Salud palestino confirmó la muerte de seis palestinos «asesinados por la ocupación en Jenin» además de otras 16 personas heridas por disparos, dos de las cuales se encontraban en estado grave. El Ejército confirmó que utilizó «lanzamisiles portátiles y medios suplementarios» contra la vivienda. Los impactos de bala en el techo y secciones de los muros derrumbadas mostraban la violencia del ataque. Las Brigadas de Jenin aseguraron que los combatientes del grupo armado local libraron «intensos combates» contra las fuerzas israelíes dentro del campamento, y llegaron a derribar un dron.

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, felicitó a sus soldados por «actuar con una precisión quirúrgica» para eliminar «al abominable terrorista» que llevó a cabo el ataque se cobró la vida de dos colonos el 26 de febrero, en referencia a Abdel Fatah Hussein Jrushah, miembro de Hamas. La Presidencia palestina, por su parte, denunció como un acto de «guerra total» el uso de cohetes contra viviendas y acusó al Gobierno israelí de ser «responsable de una peligrosa escalada que amenaza con inflamar la situación y destruir todos los esfuerzos encaminados a restablecer la estabilidad».