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Percepciones de agua y color de Amable Arias, en la galería Ekain

Una veintena de acuarelas cuelgan de las paredes de la galería Ekain hasta el 13 de mayo. El visitante también puede ver trabajos en los que introdujo también la tinta. Son obras creadas entre 1961 y 1982, una pincelada de la gran producción del artista, del que queda mucho por descubrir, asegura su compañera Maru Rizo.

Maru Rizo posa junto a la obra de su compañero, Amable Arias. (Gorka RUBIO | FOKU)

“De pronto todos los colores cupieron en su mano. Ríos naranjas, azules, grises, amarillos, pequeños ríos sobre papel inundaron las hojas geométricas. Y surgieron formas que daban sentido a lo que veía su mente en una obra cercana a la abstracción, o lo que veían sus ojos en una obra más cercana a una figuración reconocible”. Así lo atestigua Maru Rizo, compañera de Amable Arias y gestora de su obra en el folleto de mano de la exposición que bajo el título “Percepciones de agua y color” ha abierto sus puertas en la galería donostiarra Ekain hasta el 13 de mayo.

Una veintena de acuarelas pintadas por Amable Arias (Bembibre, León 1927 - Donostia, 1984) cuelgan en las paredes de la sala. Todas ellas inéditas. Es la técnica utilizada la que aglutina obras de diversa factura y temática. La mayoría son acuarelas sobre papel, aunque el visitante también puede ver trabajos en los que introdujo la tinta. «Es con la tinta donde se muestra el Amable más dibujante, más clásico. En la acuarela es algo distinto, tiene vida propia debido a la utilización del agua», indica Rizo.

Arias sufrió tiempos de penurias económicas a lo largo de su vida. En el día a día se decantó más por el papel, más asequible. Soporte de diferentes texturas y gramajes. «En ocasiones su capacidad de absorción es tan escasa que hace resbalar el agua dejando solo una huella manchada, otras veces es un papel casi secante», señala. Eligió el lienzo para ocasiones muy especiales. «Muchos artistas se ponen ante un lienzo en blanco y empiezan a pensar qué hacer. El caso de Amable era el contrario, lo veía previamente en su cabeza y era después cuando lo pintaba. Sabía muy bien qué plasmar», ha explicado Rizo.

Es la quinta exposición que protagoniza Arias en Ekain. Esta vez Rizo ha seleccionado obra ajena a las series realizadas por el creador. Escenas cotidianas -en varias obras se puede ver a Arias y Rizo juntos, también a las hermanas de esta última- se intercalan con aquellas que atrapan instantes vividos en diversos viajes, como la de una habitación de hotel en París o los albatros que vio desde la habitación de otro hotel en Praga.

Trazos

Acuarelas en las que con apenas varios trazos dibuja todo un mundo de manera abstracta en sus inicios, de manera más libre y juguetona en sus años posteriores. Una creación llena de sutileza y sensibilidad. En Ekain se pueden ver varios trabajos pertenecientes a una serie realizada con lápices acuarelables, «las preferidas de Zumeta, porque él también los utilizaba mucho», según Rizo. «A Amable le gustaba porque si lo mojas hace mancha, en cambio, si lo dejas seco marca una línea».

El artista tuvo tres ejes de trabajo: su pintura, sus escritos y sus grabaciones. «Para Amable era tan importante su obra pictórica como sus textos, sus escritos poéticos», recalca su compañera, alabando la certera utilización de las palabras.

En lo que respecta a las grabaciones, Rizo confiesa que todavía no ha encontrado una vía de difusión apropiada de cara al público. Esta exposición coincide en el tiempo con la que protagoniza en el Museo de San Telmo, “Amable entre bambalinas”. Muchos de los trabajos no se han visto hasta la fecha, lo que muestra que queda mucho por descubrir del artista. «Tiene infinidad de obra y quedan muchas por enseñar; en el caso de Amable, que sea inédito es lo natural», corrobora Rizo.