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FUTBOL

Kluivert castiga en Mestalla al Osasuna más especulativo

Un equipo rojillo desconocido pierde su esencia al tratar de jugar con la necesidad y las urgencias del Valencia y justo en el momento en el que Arrasate se decició a mover el banquillo en busca de algo más encajó un gol tras un fallo en la salida de balón

Abde no tuvo su mejor día y apenas creo peligro en Valencia. (Carla CORTES | AGENCIA LOF)

La confianza que Sergio Herrera, que confirmó su condición de especialista para-penaltis en un final de partido de frenopático, fue el único saldo positivo que Osasuna se trajo de un Mestalla que adelantó las fallas a costa de un rival que se traicionó a si mismo. Además de la derrota, el equipo rojillo pierde a Chimy Avila -expulsado con roja directa en una de las dos que el VAR tuvo que enmendar a Iglesias Villanueva- y a Aimar Oroz, que se salvó de la expulsión directa, no así de la amarilla que acarrea suspensión, que no podrán jugar el próximo partido ante el Villarreal.

En una semana especialmente complicada en el plano arbitral, fueron los dos grandes perjudicados de la actuación de un árbitro que desquició con su actuación a los rojillos, a los que ya había amonestado en el minuto dos. Pero con todo, lo peor de todo fue la malísima imagen que dejó un Osasuna que dio la impresión de haber querido jugar a algo a lo que no lo ha hecho en toda la temporada y que se sintió mal traicionándose a sí mismo. Y es que, por mucho que Jagoba Arrasate incidiera en la previa de que eran muy conscientes de a dónde iban y de lo que tenían que hacer para competir, dio la impresión de que el equipo rojillo se plantó en la tierra del pelotazo urbanístico con la intención de especular con el sufrimiento local y, justo cuando el de Berriatua comenzaba a mover el banquillo en busca de algo más, la indolencia de Kluivert, el mejor ayer sobre el terreno de juego, les castigó con un buen gol en un error en la salida del balón.

JUGAR A NADA

Y es que, si bien al comienzo de la segunda mitad los navarros parecieron algo más despiertos y enchufados, Osasuna se pasó gran parte del partido a verlas venir y no es ya solo que apenas creara una oportunidad en todo el partido, sino que se mostró extremadamente frágil en la salida de balón.

Si el Valencia ya había mostrado ante la Real que desde la llegada de Baraja su plan de partidos pasa por evitar que pase nada sobre el césped a la espera de que alguno de los dos equipos se equivoque, Osasuna se perdió en ese no jugar a nada del que ambos equipos participaron hasta el gol y luego tampoco supo recomponerse cuando llamaron a arrebato.

Es más, en ese cuarto de hora final fue el Valencia el que mejor se amoldó a la histeria colectiva que se adueño del campo de juego y estuvo mucho más cerca el 2-0 en el penalti fallado por Hugo Duro que un empate que para nada hubiera hecho justicia con el partido de un Osasuna muy decepcionante.