A.U.L.
SEGUNDA

El Eibar convierte el triunfo en hábito al ganar al Burgos (1-0); el Alavés se desespera con el Lugo (0-0)

Un gol de Bautista ante el Burgos (1-0) dio al Eibar su cuarta victoria consecutiva y regresar, al menos por unas horas, al primer puesto de la clasificación. No necesitó más, aunque no dejó de intentarlo, el equipo azulgrana, que sigue con su portería cerrada a cal y canto y también son ya cuatro los partidos consecutivos que Luca Zidane acaba con su portería inmaculada. No sin esfuerzo porque el Burgos resultó un rival tan combativo como se esperaba pero no lo suficiente para derrotar a un rival que sigue creciendo en seguridad y eficiencia cuando la temporada entra en su tramo decisivo.

Con el regreso de Matheus por Javi Muñoz como única novedad en el once, el Eibar entró revolucionado en el partido. No había más que ver el saque inicial, con cuatro azulgranas pegados a la línea divisoria, esperando el pitido del árbitro como lo hacen los atletas con el pistoletazo en una final olímpica de los cien metros. No es casualidad que a los quince segundos ya hubieran forzado el primer córner, ni que en menos de un cuarto de hora Caro se hubiese ganado el reconocimiento al mejor de su equipo, que no le arrebataron en la hora larga posterior. El Eibar se llevó algún sustillo a la contra, sobre todo en una acción de Areso que acabó despejando Venancio, pero no templó sus intenciones. Le costó un buen rato y bastantes llegadas al área pero en el 33 consiguió por fin su objetivo, con un córner que peleó Bautista y que el propio delantero cabeceó para marcar el 1-0 definitivo para celebrar, de paso, la renovación de Anaitz Arbilla hasta 2024.

EL ALAVÉS, SIN PREMIO

Los gasteiztarras se dejaron dos puntos ante un descarado Lugo, que estrenaba entrenador con Iñigo Vélez de Mendizabal y que plantó cara a los locales y dio muestras de recuperación en un partido con color albiazul, pero que los babazorros no lograron decantar de su lado. El final del duelo fue de infarto, con ocasiones para ambos, pero con la sensación de impotencia de un Alavés que no logró sacar rédito de su asedio y de sus 18 remates.