Sánchez alerta de la alianza PP-Vox en una moción de censura decadente
El presidente del Gobierno sale fortalecido en un escenario montado por la ultraderecha para forzar las contradicciones de Feijoó. El candidato Tamames lleva el Hemiciclo a orillas de lo patético. La moción será rechazada hoy, aunque por menos votos que la de 2020 por la abstención del PP, pero la mayoría de investidura será ratificada.
El show fue según lo previsto, aunque ver escenas decadentes en la sede de la soberanía popular no resulte de lo más grato. La derecha radical escogió a un excomunista nonagenario, famoso por su vanidad y su transfuguismo multipartidario, para liderar una moción de censura sin ninguna probabilidad de prosperar y con la clara intención de acorralar a su rival en cantera de votos, el PP. Nada podía ir bien, al menos en términos de
decencia y decoro parlamentario.
Y así fue. Un espectáculo bochornoso, con un candidato a reemplazar a Pedro Sánchez que se quejaba de la extensión de los discursos, se perdía en su ponencia, interrumpía a quien estaba en el estrado y llegó a pedir dejar de responder. Vox sabía que Ramón Tamames no podía llevar adelante el ritmo riguroso de la batalla parlamentaria que implica una moción de censura (fueron once horas y media de pleno, con un breve receso de 40 minutos), pero lo llevó a cabo igual, porque lo que privilegiaba era su rivalidad con Alberto Núñez Feijóo y la captación de la atención mediática a favor de Santiago Abascal.
Sánchez y Abascal, contra Feijóo
El oriundo de Amurrio fue el primero en subir al estrado -le correspondía como líder de los proponentes de la moción- e intentó neutralizar las críticas repitiendo una y otra vez que se había tachado de «esperpento y circo» la estrategia de la moción de censura. Se victimizó frente a los medios de comunicación argumentando que los editoriales sobre el resultado «ya estaban escritos» y afirmó «esto es muy serio», mirando a sus colegas. Señal clara de que hasta él sabía de la poca seriedad del proceso.
«Lamento no poderme dirigir al autoproclamado líder de la oposición. Digo autoproclamado porque para ser líder tendría que estar aquí, o al menos hacer oposición», afirmó Abascal, que dedicó unos cuantos minutos al PP y sus «indefiniciones» y dijo que no vendría mal que aclaren al electorado su vínculo con el PSOE «porque España necesita una socialdemocracia seria».
La táctica era obvia. Forzar las contradicciones del PP, que además no podía responder (las réplicas van de menor a mayor, será hoy el turno de la portavoz Cuca Gamarra). Cabe recordar que el líder ‘‘popular’’ tampoco puede responder porque es senador.
Fue acusado de «ofrecerle constantemente pactos al PSOE» por Abascal, que opinó que los españoles «están pidiendo otra cosa» y machacó con que no había motivo para no apoyar una moción que solo se hacía para convocar generales anticipadas el 28M.
El argumentario tampoco defraudó. Fustigó las llamadas leyes de género, la ley del «solo sí es sí», acusó a «asociaciones de degenerados» -un insulto a los colectivos LGBT- de promover las transformaciones de sexo, por las que exigirá «explicaciones» y aseguró que ahora hay pruebas de que tenía razón en 2020 cuando decía que el covid «salió de un laboratorio chino».
«Usted se hace el Robin Hood cuando nunca ha dejado de ser el sheriff de Nottingham», dijo mirando a Sánchez, en lo que fue su única metáfora con algo de gracia.
El presidente del Gobierno subiría al estrado decidido a aprovechar su oportunidad y volver a demostrar que cuando está contra las cuerdas, es implacable.
Sin descanso (ni límite de tiempo, como lo habilita el reglamento), Sánchez fustigó a Abascal recordándole «el chiringuito que tenía en el PP de Madrid cuando en España había seis millones de parados» y aseveró que «lo único» que Vox aporta a la política «es un plus de brutalidad contra quienes no pueden defenderse».
Además, tachó de «moción destructiva» el intento de Vox, que con ella «ha demostrado ir en contra de la convivencia de los españoles», y aprovechó para escorar al PP a la acera de la ultraderecha: «Ustedes no se van a llevar todos los votos negativos que merecen porque al señor Feijóo no le importa este delirio».
«Lo que hará el PP con esta abstención es un pago en diferido. Cuidado, porque llevando al PP a una indecente abstención, recordar que más pronto que tarde la ultraderecha vendrá a pedirles el cobro en diferido de los que dejan mancha», enfatizó, recibiendo una ovación de los diputados del PSOE y Unidas Podemos. Y subrayó: «En sus políticas concretas por mucho que traten de separarse del PP, son las mismas políticas regresivas. Han votado en contra de todos los avances sociales del Gobierno de coalición».
Un candidato fuera de juego
El turno de Tamames fue desde el escaño, porque él había avisado a la Mesa del Congreso que no se veía en condiciones físicas de subir al estrado. Desde allí leyó una versión reducida del discurso de más de 30 páginas que se había filtrado a los medios la semana pasada y también habló de su propia biografía, aunque sin mencionar sus transfuguismos. Eso sí, recalcó que su libro “Estructura económica de España” lleva más de 25 ediciones y es estudiado por varias generaciones.
El excomunista, que en 1989 traicionó a IU y ayudó a echar al alcalde socialista de Madrid a favor del PP, criticó que el Gobierno del Estado esté «apoyado por quienes profesan el fin de la monarquía y de la unidad de España» y enfatizó que «la autodeterminación no existe» Recordó que ya se había enfrentado a ello«cuando Euskadiko Eskerra la proponía» a finales de los ‘70.
También habló de un supuesto fenómeno de okupación de propiedades, especialmente en Barcelona y Madrid, expresó su repudio por el escándalo de corrupción del PSOE canario llamado «caso Tito Berni» y criticó la alianza del Gobierno con los sindicatos, mostrando a la vez empatía con los «autónomos y empresarios que sufren los costes elevados». Reiteró en dos oportunidades su deseo que se reforme la ley electoral para que no tengan «sobrerrepresentación los separatistas».
Durante su discurso, Tamames se perdió, buscó cosas en las hojas mientras no conseguía hilvanar del todo bien algunos trazos de su largo discurso reducido a la fuerza, y luego demostró estar fuera del juego parlamentario al intentar interrumpir a Sánchez mientras este ejercía su réplica en el estrado, levantando la mano y apuntando con el dedo. La presidenta del Congreso debió recordarle que las intervenciones no se interrumpen.
Tamanes pareció no entenderlo y lo hizo de nuevo con Yolanda Díaz, aunque Abascal logró contenerlo. El «no-candidato», como lo calificó la diputada Aina Vidal (UP), se quejó de la respuesta de Sánchez por su duración (una hora y media) y pidió a Mertixell Batet que se estudie una limitación de los tiempos de respuesta. «(Sánchez) está leyendo un tocho de 20 folios», opinó, despertando las risas de muchos y vergüenza ajena de otros tantos.
La vicepresidenta Yolanda Díaz fue la elegida por el líder del PSOE para defender los avances en materia laboral y para acorralar a Tamames en los asuntos económicos. Defendió la reforma laboral, la negociación entre los agentes sociales y el aumento del salario mínimo.
También se prolongó por una hora y su intervención interpretada por algunos como un intento de Sánchez de potenciar al ala menos combativa de Podemos en un espacio político que por estos días está en plena riña.
Esteban y Aizpurua
Los portavoces de EH Bildu y PNV confirmaron su rechazo a la moción. Mertxe Aizpurua consideró que el trámite parlamentario «merece todos los calificativos, desde circo hasta fake y hace perder una semana de trabajo» al Congreso, y lamentó, en sintonía con Sánchez, que esto demuestre la unidad «entre la derecha y la ultraderecha».
Además, señaló que es «obligación» de la mayoría progresista del Congreso «impedir que la agenda reaccionaria gane espacio» porque «el fascismo se alimenta de la antipolítica, de la crispación, del todos son iguales», y ratificó su compromiso por tener «altura de miras» y evitar que el PP y Vox lleguen a la Moncloa.
La portavoz de EH Bildu dijo a Tamames que no iba a «entrar en debate» con él y puso como ejemplo a su formación política, en la que conviven «personas con trayectorias y orígenes muy diferentes, algunas también del PCE», por lo que lamentó que Tamames haya acabado su biografía política «en el camino que lleva al recorte de derechos y la exclusión del diferente».
Por su parte, Aitor Esteban hizo una metáfora que despertó los aplausos del Hemiciclo al calificar este intento de Vox de «buque butanero Tamames», lo acusó de tránsfuga y de haber pasado del «rojo del PCE al negro de los fascistas de Mussolini» y disparó: «Usted cree que hoy en este escenario es la vedette, pero lo que vemos los demás es a una simple corista de Vox».
Hoy será la segunda y última sesión del trámite y será rechazada por casi todos los grupos parlamentarios excepto el PP, que se abstendrá, y se espera lo mismo de sus partidos hermanos Foro Asturias y los dos diputados tránsfugas de UPN. Solo resta que hable Gamarra y el portavoz del PSOE, Patxi López, antes de dar por concluida la sexta, y más patética, moción de censura.