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CRÍTICA: «BAJO TERAPIA»

Lo que callamos ante el espejo


Un breve vistazo a la filmografía de Gerardo Herrero nos descubre que siempre se le ha dado mejor su faceta de productor que cuando se coloca detrás de una cámara. No obstante, “Bajo terapia” entra de lleno en esos contados filmes en los que Herrero se revela como algo más que un buen artesano.

Sin eludir en todo momento que podríamos estar ante una pieza de teatro filmada, lo que el cineasta realiza es un muy jugoso juego de espejos distorsionados en el que la ficción coquetea en todo momento con el teatro y el cine dentro de un diálogo de géneros unidos por el embrujo del engaño.

Tres parejas en tratamiento son citadas por su terapeuta para tener una sesión en grupo guiada desde la distancia. Cada una de ellas tiene sus propios problemas: en una, hay un distanciamiento producido por el paso del tiempo; en otra, cierta suspicacia derivada de la incapacidad de adquirir un compromiso más fuerte y en otra, una relación malsana de dominación.

Estas son las credenciales de una comedia basada en el original escénico de Matías del Federico y que también puede ser tratada como una tragicomedia que incluye un afortunado toque de suspense.

Con todos estos mimbres y respaldada por la excelente labor interpretativa de su reparto coral, la película invita al espectador a ser partícipe de una divertida sesión que funciona a la manera de un espejo en cuyo reflejo asoman cuestiones relativas a lo que no mostramos ante quienes nos rodean.

El machismo, las relaciones afectivas marcadas por el desencanto y demás cuestiones relativas a nuestras mecánicas cotidianas y sentimentales, salen a relucir en un filme muy ameno y cuyo interés no decae en momento alguno.