Iratxe FRESNEDA
Docente e investigadora audiovisual

Bicis, drogas, oficinas

A veces hay que huir porque, ya se sabe, la huida es siempre una buena idea y una mejor opción. Nosotras, de momento, escapamos de las procesiones, nos escondemos de las capuchas, trompetas, santas y pies descalzos en el asfalto, pero, quién sabe, puede que mañana se conviertan en foco de nuestro interés antropológico. Para interés social y antropológico, todo lo que gira en torno al papel cuché en ese territorio que llaman España. Asisto (y sigo) atónita a toda clase de culebrones y desvaríos patrios que pueblan las redes sociales. No doy a vasto, es como tratar de achicar el océano Pacifico como si este fuera una txalupa. ¿Qué nos lleva a estar más preocupados por las intrigas e interiores de una pareja famosilla que por nuestra precariedad vital? ¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI las personas puedan ser vendidas y compradas (siendo menores de edad)? ‘El cuento de la criada’ se queda corto si pensamos en los derechos de la infancia. Francia arde, no importa cuando leas esto. Aquí arden las redes sociales y el clickbait enriquece.

Los pájaros no cesan de trinar, parece que alguien está abusando de los efectos especiales mientras escribo esto y ojeo de refilón las páginas de uno de los textos más geniales, bestiales y sinceros que han llegado hasta mi buzón; ‘Bicis, drogas y oficinas’, de Ricardo Gómez, este libro sí que es cuore del bueno. Leyéndolo, solo quieres huir, aunque no exista escapatoria.