Arnaitz GORRITI
EUROLIGA

¿La cara de la ilusión o la cruz de la decepción, cuál pesa más al final?

Otra vez, desde 2019, Saski Baskonia está fuera de los play-offs de la Euroliga, pero a diferencia de otros cursos, esta campaña ha sido como un renacer de la ilusión por el cuadro gasteiztarra. Ha sido el mejor local de toda la competición, superando cinco veces los 100 puntos. Pero fuera de casa y ante unos rivales que han aprendido lo que sufre el físico baskonista, no ha podido mantener el nivel.

(Raúl BOGAJO | FOKU)

Qué pesa más: haber disputado una Euroliga muy por encima de las expectativas, con una plaza en el Top 8 en 33 de las 34 jornadas, llegando a liderar la competición a finales de diciembre o quedarse fuera de los cuartos de final por cuarto año consecutivo? ¿Importa más haber sido el mejor equipo como local, con un balance de 14-3, o el 4-13 del equipo gasteiztarra fuera de casa? ¿Ha pesado mucho ser el segundo equipo más joven de la competición, una plantilla cambiada casi hasta sus cimientos, empezando por un entrenador novato en la Euroliga?

Quien opine que en una Euroliga sin el CSKA de Moscú o el Zenit Saski Baskonia tendría que haberse colado en el Top 8 de la Euroliga, más aún tras la debacle de un Anadolu Efes, tiene poderosas razones, sobre todo porque los mayores errores del cuadro gasteiztarra han llegado ante los rivales más insospechados: aquel 87-61 ante Asvel Villeurbanne, la derrota en Atenas frente a un Panathinaikos al que se le perdonó la vida durante 20 minutos; aquel 85-84 en Berlín, con los gasteiztarras incapaces de anotar un solo punto en los dos últimos minutos, circunstancias parecidas a las que acaecieron en las apuradas derrotas en Mónaco y en Kaunas frente a Zalgiris... Con que solo uno de aquellos finales apurados hubiera caído del lado gasteiztarra, ahora mismo no estaríamos lamiéndonos las heridas y pensando en lo que pudo ser y no fue.

SUEÑO Y RESACA

Si el balón decidiera leyendo los pronósticos y los vaticinios de los expertos, Saski Baskonia hubiera quedado todavía peor de lo que se ha clasificado; mucho peor que ese 18-16 final y con bastantes más adversarios por delante, por no hablar de que las gradas no hubieran recuperado unos dos mil espectadores respecto del año pasado.

Pero la verdad también es poliédrica; Saski Baskonia ha recuperado el juego, la ilusión y hasta parte de lo que se vendió en su día como “Carácter”. Venir a Zurbano ha sido un suplicio hasta para Mónaco, Olympiacos y Barça, los tres que han conseguido salir victoriosos, no digamos ya el resto. Los aficionados baskonistas idearon el “Plan Kaunas” para regresar a la Final Four de la Euroliga, casi sin pasar por el cruce de cuartos, aunque desde 2019 que el club gasteiztarra no pisa los cruces; daba igual, con un equipo en el que Darius Thompson dirige, Kotsar es un descubrimiento en la pintura y Markus Howard revienta partidos cuando el balón le empieza a entrar. Anotar 96,06 puntos en casa no está en manos de cualquier mequetrefe que pase por ahí, superando los 100 puntos en cinco ocasiones, en cuatro de ellas, por encima de los 110.

No obstante, ese soñar a lo grande ha traído una resaca también acorde. Caer en Berlín a principios de enero no solo cortaba una racha de 12 victorias seguidas, sino que evidenciaba la debilidad de Saski Baskonia lejos de su cancha, una debilidad acrecentada cuando Pierriá Henry, el arma secreta que redescubría el Baskonia en el primer tramo de la competición, debía desaparecer de escena cuando, por un análisis de orina en una prueba antidopaje, el base de Virginia se veía sin licencia para jugar.

Sin un segundo base de garantías, los gasteiztarras se han ido desinflando en la clasificación, incapaces de encontrar continuidad lejos de casa, perdiendo ante rivales que no han estado ni cerca de optar al Top 8, como pueden ser Armani Milano, el Bayern de Múnich o la Virtus de Bolonia. De media, 77,41 puntos de lejos del Buesa Arena, sin poder superar los 85 tantos consechados ante el Real Madrid.

«MOLESTAR» HASTA EL FINAL

«Nuestra intención es molestar en Europa», recalcaba Joan Peñarroya después de que los primeros partidos mostraran que aquellos “Power Ranking” en los que Saski Baskonia optaba a quedar decimoquinto. «Antes que fijarnos en los rivales, tenemos que fijarnos en nosotros mismos», recalcaba el de Terrassa en la previa a la primera jornada de la competición, una primera jornada que empezaba ganando por 71-81 en La Fonteta y daba inicio a una travesía sin final feliz, pero que ha sido bien emocionante.

Pero tras un gran mes de diciembre, los de Peñarroya solo ganaban un partido en el mes de enero y a partir de ahí, el talante del Baskonia en la Euroliga ha sido sobrevivir.

Ha sido un duelo de fricciones y contactos continuo, como la defensa que le han ido aplicando al cuadro gasteiztarra conforme han ido pasando los partidos. Enoch, Costello o Daulton Hommes han mostrado debilidades notorias cuanto más físico ha jugado el rival, por no hablar de los Heidegger, Dani Díez, Raieste y Kurucs, imprescindibles para dar descanso tras la ausencia de Tadas Sedekerskis por lesión.

Esas limitaciones han ido quedando cada vez más claras, como bien se vio en El Pireo ante un Olympiacos a medio gas, mientras que Zalgiris remontaba a sangre y fuego. ¿Con cuál de las caras del Baskonia nos quedamos? La decepción es notable, incluso para acometer la ACB, pero todo llega y todo vuelve. Y este grupo, liderado por los Thompson, Howard o Kotsar merece la continuidad para derribar las puertas de la Euroliga.