Con la comida no se juega
Prados verdes, vacas contentas, agricultoras orgullosas de sus tomates recién recogidos. Estas son algunas de las bonitas imágenes que nos aparecen en los anuncios de alimentación. No vamos a decir que no son verdad, porque efectivamente esas explotaciones agrarias existen. Pero tras la agroindustria también existen otras realidades que no nos muestran los anuncios y que distan mucho de esa imágenes que nos venden.
Para el capitalismo, los productos agrícolas son una materia prima más que rentabilizar. Grandes corporaciones y también fondos buitre hacen de la alimentación su negocio, sin responsabilidad de ningún tipo, sus lobby logran amplios marcos de impunidad. De esta forma se puede entender cómo terrenos fértiles de cultivo vienen a ser ocupados por grandes parques de producción energética, ya que en estos momentos es más rentable que la producción agraria. También vemos cómo se instalan macroproyectos ganaderos que no contribuyen al desarrollo rural, sino que como demuestran diversos estudios, lo complican y dificultan, por la contaminación a las aguas, tierras cercanas y al ambiente. Hablamos de nuestros pueblos, nuestros campos, nuestro modelo de producción, hablamos de nuestros ríos y de nuestros acuíferos. Y hablamos también de los precios bajos a los que se paga la producción en campo y que amenaza la supervivencia de muchos agricultores y agricultoras.
Estamos en emergencia climática, se alcanzó la cima del petróleo en 2010, y está cerca la del gas natural y otros combustibles fósiles, hay crisis de fertilizantes, los conflictos en otras regiones amenazan los suministros..., hay muchos factores que nos obligan a tomarnos en serio lo que vamos a comer en los próximos años. En este momento, en el que existe un importante debate sobre los modelos agrarios, la ganadería intensiva y la alimentación, creemos que es posible y urgente construir un sistema agroalimentario diferente, basado en la agroecología, la soberanía alimentaria y la economía solidaria, sostenible, cooperativa y feminista, que apueste por el diálogo, las diversidades y el mundo rural vivo.
Lo hemos oido muchas veces: con la comida no se juega, y es que esta frase que encierra tremenda sabiduría no sólo debería estar asociada a la infancia. La comida es nuestro sustento vital y de una correcta alimentación depende también nuestra salud. Podremos tener electricidad barata, pero si no tenemos comida, de nada nos servirá. Por ello, en un mundo tan globalizado e interconectado es esencial hablar de soberanía alimentaria, del derecho de los pueblos y territorios a decidir el modelo agroalimentario con el que se va a alimentar, qué y cómo se trabaja, cómo se gestiona el ganado y cuántas cabezas tenemos. Para disfrutar de una verdadera soberanía alimentaria hay que tener tierra, la tierra debe estar sana, y para estar sana debe tener aguas limpias.
Por ello, este 17 de abril, día de las luchas campesinas, muchos colectivos de Navarra, del estado y también a nivel internacional reclamamos que debemos apostar por un modelo agrario que permita una vida digna a productores y productoras, que mantenga el mundo rural vivo, que dé oportunidades de trabajo a las personas jóvenes, que no sea un lastre para el medioambiente y la salud de las personas. Por todo ello, nos unimos al llamado internacional de Vía Campesina: ¡Frente a las crisis globales, construimos Soberanía Alimentaria para asegurar un futuro a la humanidad!